1. El fin de semana pasado volví a Cajamarca, después de más de 25 años. Fui con la ilusión de ver un importante proyecto cultural que aparentemente podría generar beneficios significativos para la economía de esta región. En el pasado, Cajamarca fue relativamente importante, pero a lo largo del tiempo ha ido perdiendo peso relativo. En el periodo 2010-2022, creció por debajo del promedio del Perú, y en el 2018 fue la región que registró la tasa de pobreza más alta del país. Esto, a pesar de sus ingentes recursos naturales; probablemente, debido tanto a la acción de gobiernos incapaces y corruptos, como a la prevalencia de una narrativa política empobrecedora.
2. Cajamarca tiene una historia que se remonta al período prehispánico, cuando era un centro administrativo de suma relevancia en el imperio incaico. En la época colonial, se convirtió en un importante centro minero con la explotación de las minas de plata en Hualgayoc. A lo largo de su historia, la minería constituyó una de las fuentes más importantes de riqueza para la región. Cajamarca también destacó como un importante centro ganadero, aunque no diversificó más su economía.
3. Hoy, Cajamarca destaca como una región con un enorme potencial minero, con el oro como protagonista. Hasta julio de este año, se posiciona como el tercer mayor productor de oro en el país, y tercero en términos de inversión minera. No obstante, debido a la falta de inversión privada, la producción de oro ha experimentado una desaceleración, pasando del 30% del total nacional en la década 2000-2010 al 20% en la década 2010-2020. Actualmente hay importantes proyectos cupríferos y auríferos paralizados en Cajamarca, que representan una inversión detenida de aproximadamente US$ 20,000 millones. La narrativa antiminera es muy fuerte; este fin de semana pude ver pintas en diferentes localidades con el famoso “Conga no va”.
4. La narrativa antiminera puede explicarse por muchos factores. Entre ellos está el sentimiento de injusticia en una región relativamente pobre –exitosamente explotado y azuzado por políticos radicales– y, también, el miedo a los potenciales efectos nocivos sobre el ambiente de esta actividad. Lo cierto es que hoy cerca del 40% de los cajamarquinos son pobres; 38% de los niños menores de 3 años sufren de anemia y 20% de los menores de 5 años sufren de desnutrición; tan solo el 16% de los colegios en la región tiene acceso a electricidad, agua y desagüe, y el 41% de las viviendas carece de alcantarillado. Sin duda, las brechas de la región son enormes.
5. En este contexto, ¿cómo podría un proyecto cultural ayudar a la economía de la región? Déjenme contarles sobre “Yuragachi: Cajamarca iluminada”. Se trata de una exposición audiovisual sobre la fachada de la iglesia de San Francisco en plena Plaza de Armas de Cajamarca, utilizando tecnología de proyección de última generación. La exposición está siendo desarrollada por el renombrado artista francés Xavier de Richemont. Él sobresale en este género a nivel mundial, con más de 30 piezas únicas exhibidas en diversas ciudades de Europa, Estados Unidos y México. De Richemont utiliza la técnica de video pintura para transformar la fachada de distintas edificaciones en obras de arte. Su obra ya ha cautivado audiencias alrededor del mundo, gracias al apoyo tanto de los sectores privados y públicos, quienes reconocen su potencial turístico y cultural.
6. El trailer de la obra para Cajamarca fue visto por miles de espectadores durante cuatro noches entre el miércoles de la semana pasada y este domingo. La recepción de los cajamarquinos, quienes vieron su historia convertida en arte, fue extraordinaria. Lo comprobé con alegría, pues refleja el esfuerzo desinteresado y comprometido de un grupo de profesionales cajamarquinos que buscan ayudar a su tierra natal y dejar un legado cultural. De concretarse el proyecto en Cajamarca, esta exhibición permanecería por 10 años y tiene el potencial de convertirse en un ícono del turismo cultural y patrimonial en nuestro país. Como me dijo un amigo, “ir a Cajamarca ya no será solo para ver el Cuarto del Rescate, los Baños del Inca o los carnavales, sino para gozar y deslumbrarse con Yuragachi”.
7. Me emocionó ver a cajamarquinos comprometidos con su provincia, abrazando proyectos que no solo enriquecen su patrimonio cultural, sino que también elevan la autoestima, el orgullo y el sentimiento de identidad de la comunidad local. Proyectos como Yuragachi merecen hacerse realidad. No solo promueven la reactivación del turismo en Cajamarca, beneficiando a diversos sectores como la gastronomía, la hostelería, la artesanía, el transporte y la infraestructura, sino que también invitan a la reflexión y la introspección a través del arte y la cultura. Dejar pasar las oportunidades de proyectos como este –así como los proyectos mineros– sería una pérdida lamentable para el desarrollo de la región. ¡Ojalá que pronto podamos ver a Cajamarca iluminada con Yuragachi!