Director de la carrera de Economía de la U. de Lima
Es fundamental, más allá de la crisis económica, social y política actual, pensar en el modelo de sociedad que deseamos construir, en el modelo de sociedad que asegure el desarrollo de la Nación de forma sostenible, integrada y en armonía con todos los grupos sociales y culturales, más aún si nos reconocemos como una sociedad donde conviven distintas culturas y visiones del mundo.
El Perú ha crecido económicamente los últimos treinta años y han mejorado nuestros indicadores sociales de forma significativa, pero hay todavía un largo camino por recorrer. Además, la población en promedio no siente que la mejora haya sido distribuida de forma equitativa. Hoy, incluso, existe el riesgo de perder parte de lo avanzado si nos dejamos llevar por los pensamientos cortoplacistas de los extremos ideológicos que no reconocen los beneficios ni de la democracia formal –”pelotudeces democráticas” afirmaba un congresista de la República– ni del funcionamiento del mercado. Recordemos, por ejemplo, en pleno siglo XXI, a los admiradores nacionales de las tiranías de Fidel Castro en Cuba, o de sus seguidores actuales, y a los admiradores de Augusto Pinochet en Chile, olvidando los problemas de las revueltas sociales en el país del sur en el año 2019.
El Perú ocupa la posición 74 de 146 países que están incluidos en el ranking de la felicidad de 2022 de la ONU. El Informe Mundial de la Felicidad (WHR) considera seis variables: ingresos, libertad, confianza en el Gobierno, esperanza de vida saludable, apoyo social y generosidad. Los países del norte de Europa se ubican en los primeros lugares en el ranking de la felicidad, y Costa Rica y Uruguay, en las posiciones 23 y 30, respectivamente, ocupan los primeros lugares de Latinoamérica.
No se debe descuidar el crecimiento económico, principal variable para la eliminación de la pobreza, pero se requiere trabajar en la construcción de un Perú integrado y feliz. En esa línea de pensamiento, Luis Suárez Mariño, director de la revista “European Compliance & News”, afirma que “existen estudios que destacan la importancia que tienen las relaciones sociales caracterizadas por la confianza, la generosidad y la identidad social compartida en el nivel de felicidad” y, por lo tanto, de desarrollo de un país. Un mejor país requiere considerar la idea de la polis aristotélica, donde el “fin último no es satisfacer las necesidades físicas del hombre, sino satisfacer su sociabilidad a través de su pertenencia y participación en la polis”.
Un mejor Perú requiere que pensemos no solo en el crecimiento económico, sino en todos aquellos factores que nos integran y hacen que la vida sea más llevadera, activos intangibles que son necesarios. La admiración por nuestro territorio, nuestras tradiciones, nuestra música, nuestra comida, nuestra forma de ser, son valores sociales que debemos difundir y estar orgullosos de ellos. Y es que, finalmente, un país requiere de criterios comunes para evitar conflictos internos, a fin de generar una mejor sociedad.