Coordinadora de Investigación de REDES
La informalidad es uno de esos problemas estructurales que no hemos podido superar a pesar de los tiempos de crecimiento elevado y sostenido. Con la pandemia, esta ha avanzado con fuerza y se presenta de forma heterogénea a lo largo del país: desde Lima donde la informalidad es de 62% hasta Huancavelica, donde supera el 90%.
Detrás de la informalidad hay varios factores simultáneos. Contamos con un tejido empresarial concentrado en micro y pequeñas empresas (96%), usualmente muy poco productivas y que no crecen en el tiempo. Asimismo, nuestra fuerza laboral se inserta al mercado con competencias limitadas. De hecho, la productividad laboral en las microempresas representa apenas el 5% de la productividad en las grandes empresas. Por otro lado, enfrentamos normativa amplia y rígida que hace más improbable la contratación formal. Finalmente, la fiscalización juega también un rol importante. En tanto acabamos de elegir autoridades subnacionales, es válido preguntarnos qué rol pueden jugar los gobiernos locales para combatir este problema.
Los gobiernos locales tienen varias funciones que pueden tener un efecto sobre la informalidad y las posibilidades de hacer negocios en su jurisdicción. Entre ellas está que otorgan permisos y licencias, como la licencia de funcionamiento que permite operar formalmente, realizan convenios con el Ministerio de la Producción para facilitar la formalización de empresas, fiscalizan el comercio ambulatorio, construyen mercados, promueven a las mypes en ferias y en muchos casos colaboran con el Ministerio de Trabajo para actividades de intermediación laboral.
Facilitar la apertura de empresas y contar con procedimientos céleres y predecibles resulta clave para operar de manera formal. En este aspecto existen oportunidades de mejora, pues aun cuando la regulación es una, los plazos efectivos de respuesta en distintos distritos e incluso ciudades difieren y esto puede afectar las posibilidades de hacer negocios. Por ejemplo, el Doing Business Subnacional medido en 2019 muestra que mientras en Lima toma 26 días abrir una empresa, en Chiclayo puede tomar 71. El procedimiento que toma más tiempo es la obtención de las licencias de funcionamiento. Es clave promover las aperturas de empresas en línea y mejorar la coordinación con el resto de actores involucrados en aperturas de empresas.
Otro aspecto a considerar al formalizar empresas es que se suele tratar de enfocar la solución en reducir los costos de formalizarse (acceso), cuando hay evidencia de que lo más relevante son los costos de mantenerse en la formalidad en el tiempo. Un estudio de Miguel Jaramillo muestra cómo incluso reduciendo a cero el costo de volverse formal, muchos microempresarios eligen mantenerse en la informalidad. Un factor detrás es el temor a las inspecciones de la municipalidad, lo que nos indica que si bien necesitamos una fiscalización más efectiva, esta requiere un enfoque menos punitivo y más proactivo.
Para que los negocios puedan operar formalmente es también importante que sus autoridades sean capaces de facilitarles servicios públicos de calidad para operar (p. ej. agua, electricidad, Internet, entre otros) y otras condiciones clave para emprender con productividad. Carolina Trivelli estima que solo el 8% de los distritos de nuestro país cuenta con condiciones mínimas para la actividad económica, entre las que se encuentran indicadores de capital humano, infraestructura, niveles de pobreza, servicios y democracia. Necesitamos generar esas condiciones para que los negocios, especialmente aquellos de menor escala, operen y crezcan en el tiempo.
Finalmente, un aspecto clave para mejorar las condiciones en las que las personas ingresan al mercado laboral es la calidad de las acciones de intermediación laboral, en muchos casos facilitadas por los gobiernos locales. Estas acciones facilitan la búsqueda de empleos y otorgan entrenamiento o capacitación. Resulta clave identificar bien las principales necesidades de los empresarios de su jurisdicción. Para las empresas, conocimientos para mejorar productividad y adoptar tecnologías. Para las personas, y en particular para los jóvenes, capacitación en temas más generales y habilidades blandas que les darán mejores condiciones para insertarse en el mercado laboral. La evidencia muestra que, una vez en la informalidad, la probabilidad de pasar a ser un asalariado formal es baja. Por ello, invertir en la juventud resulta clave para su productividad y capacidad de insertarse en el sector formal.
La gran ventaja de tener varias acciones en el nivel local es que este se encuentra más cerca de los ciudadanos y deberían tener mejor capacidad para reunir información y brindar servicios más ad hoc. Necesitamos autoridades que se hagan cargo.