
Escribe: Pamela Ormeño, Associate Partner de Impuestos de EY Perú
La fiscalización tributaria es un proceso inevitable que las empresas deben enfrentar, y la clave para navegarlo con éxito radica en la preparación. En este procedimiento, la Sunat verifica la determinación de las obligaciones fiscales de los deudores tributarios, y puede ser complejo si no se aborda con la debida anticipación.
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Existen dos tipos de fiscalización: las “parciales”, que se centran en ciertos elementos de la obligación tributaria (p. ej. revisión de los gastos deducidos para calcular el Impuesto a la Renta empresarial de un periodo); y las fiscalizaciones “definitivas”, en las cuales la Sunat puede revisar todos los elementos de la obligación tributaria (p. ej. gastos, costos, ingresos, entre otros elementos del Impuesto a la Renta empresarial de un periodo).
El reto de los plazos y la documentación
La Sunat cuenta con plazos para desarrollar ambos tipos de fiscalización: seis meses para la parcial y un año para la definitiva. Sin embargo, muchas empresas enfrentan dificultades para recopilar la información necesaria dentro de estos plazos, especialmente cuando la documentación requerida no está fácilmente disponible (p. ej. cuando ya no se cuenta con la evidencia que en algún momento se recibió por email, cuando el personal que tenía acceso a ella ya no forma parte de la organización, o cuando el volumen de información requerida es muy alto y el procesamiento y análisis toma tiempo).

Preparación proactiva: el momento de actuar es antes
Por ello, es esencial que las empresas adopten un enfoque proactivo en su preparación. Dado que la información que la Sunat solicite en la fiscalización y que no sea entregada no podrá ser presentada en etapa de reclamación (salvo que el deudor acredite que la omisión no le fue atribuible o que pague o afiance el monto objeto de discusión), es de suma importancia que el gran esfuerzo de recopilación de información se realice durante la etapa de fiscalización, apuntando a que no se tenga ninguna observación o que, en todo caso, surjan pocos reparos a ser discutidos en una reclamación o apelación.
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No solo enviar documentos: se necesita un relato
Otro aspecto fundamental es que las compañías fiscalizadas “desarrollen” las pruebas que son presentadas. Algunas pruebas —al estar vinculadas a la operatividad del negocio— no se “leen solas”. Son las compañías fiscalizadas quienes tienen un mejor entendimiento de lo que presentan a la Sunat. Por lo tanto, es recomendable que no sólo se recopile y presente información, sino que las compañías acompañen la documentación con una narrativa o “relato” que explique el contexto de los datos, ya que la Sunat puede no interpretar la información de la misma manera que lo haría la empresa fiscalizada.
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Impacto de la fiscalización en otros periodos
Finalmente, es clave determinar cómo la fiscalización de una obligación tributaria impactará en otros ejercicios. Por ejemplo, si la Sunat desconoce la deducción de un gasto en un periodo, habrá que controlar la deducibilidad de ese gasto en ejercicios futuros. Por lo tanto, la planificación y la atención a los detalles son esenciales para evitar repercusiones negativas.
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Conclusión: oportunidad de mejora fiscal
En resumen, las fiscalizaciones tributarias no son solo un procedimiento administrativo, sino que son oportunidades para que las empresas pongan a prueba su responsabilidad fiscal. Prepararse adecuadamente no solo minimiza las observaciones, sino que también facilita un proceso más fluido, impactando positivamente en la salud financiera de la empresa.