Escribe: José Martínez Sanguinetti, fundador de Sothys Capital
Según el reporte “Predictions 2025 Report” elaborado por Ipsos en diciembre del 2024 en 33 países, el 71% de la población esperaba que el 2025 fuera un año mejor. El 51% de los encuestados, por otro lado, esperaba que “la economía global fuera más fuerte”. Ambos resultados evidencian una clara percepción de mejora en las condiciones económicas y, de hecho, fueron mucho mejores que los registrados en estudios similares realizados en el 2022 y el 2023.
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En ese mismo estudio, el 65% de los encuestados consideraba que el 2024 había sido un “mal año para su país”. El 51% consideraba que el 2024 había sido “malo para mí o para mi familia”. Esta percepción se explica en el hecho de que, a pesar de que las condiciones venían mejorando durante tres años consecutivos, los niveles de optimismo alcanzados en el 2024 seguían siendo sustancialmente más bajos que los observados a lo largo de la última década.
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Después de alcanzar niveles récord en el 2021, el porcentaje de personas que esperaban mejoras económicas en el nuevo año se desplomó en el 2022, como resultado del inicio del conflicto armado en Ucrania. Llegando a niveles más parecidos a los experimentados durante la crisis financiera global en el 2008.
La guerra afectó directamente a un porcentaje pequeño de la población; sin embargo, sus repercusiones económicas causaron un efecto devastador en el optimismo de las personas a nivel global. Con la guerra vino la interrupción de las cadenas de suministro, el aumento en las tasas de inflación y la necesidad de elevar rápidamente las tasas de interés.
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Inflación y tasas de interés altas son una combinación letal. La primera erosiona la capacidad adquisitiva; las altas tasas de interés incrementan la carga de la deuda.
No es de sorprender, entonces, que apenas estalló la guerra, las expectativas cayeron de manera súbita y, conforme en el 2022 y el 2023 se redujeron la inflación y las tasas de interés, el estado de ánimo de las poblaciones mejoró en los dos años siguientes. Sin embargo, en el 2024, cuando más del 50% de la población global votó para elegir a sus gobernantes, la percepción de bienestar no fue lo suficientemente alta como para evitar un masivo voto por el cambio.
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La pregunta que permanece es si los cambios que han tenido lugar en el año electoral el 2024 repercutirán favorablemente. En particular, porque, según el mismo estudio, el 80% de la población espera que las temperaturas sigan subiendo producto del cambio climático, el 79% espera que la inflación se estabilice en los niveles actuales y no siga bajando, el 67% espera que la inmigración se acelere y el 65% espera que la inteligencia artificial elimine empleos en su país. En suma, aunque se haya producido un cambio político, no se esperan mejoras en el manejo de los principales problemas de nuestra sociedad.
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Hasta ahora, el mercado de capitales ha reaccionado de manera flemática a todo este proceso. Por un lado, las tasas de interés, el dólar, la volatilidad de los mercados y el petróleo se han estabilizado. Por el lado del crecimiento, las bolsas y los commodities más sensibles al ciclo económico se han recuperado, reflejando las expectativas de mejora continua. Hasta ahora, los más beneficiados son el cobre y la bolsa china.
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