La reciente actualización del Reporte de Inflación del BCR ha dejado implícito que el nivel real del PBI previsto para el 2022 se mantiene básicamente en el que se esperaba hace 6 meses. Sin embargo, ello se debe gracias a una dinámica mayor a la esperada previamente para este año, ya que la del 2022 es ahora significativamente más débil. Además, aunque el total es similar, su composición ha cambiado.
Por el lado del gasto, se estima ahora una demanda interna 1.2% del PBI mayor a la esperada en marzo. Ello responde a mayores avances en sus dos componentes, privado y público. En el primero, y contrariamente a lo que se podría sospechar a priori, la mejora proviene por inversión, no por consumo: mientras ahora la inversión privada estimada para el cierre del 2022 resulta 0.6% del PBI superior a la anteriormente prevista, el consumo sería 0.1% inferior. Sin embargo, debe llamar a la reflexión que la mejor expectativa para la inversión se concentra este año y que para el 2022 ahora el crecimiento esperado es 0, mientras que previamente se esperaba una expansión de 2.5%.
En conjunto, el mejor aporte del sector privado representa 0.5% del PBI. Así, la mayor mejora prevista se concentra en el sector público, con un aporte adicional total de 0.7% del PBI: 0.5% por consumo y 0.2% por inversión. Es cierto que todavía no transcurren ni dos meses de iniciado el Gobierno, pero estas nuevas proyecciones, al mismo tiempo que se traducen en un ligeramente mayor impulso fiscal, denotan que el mismo se canalizaría principalmente por gasto corriente y no tanto por obra pública. Esto no es del todo sorprendente si se considera que el Gobierno hasta ha manifestado que mediante el Bono Yanapay se generarán 40,000 puestos de trabajo directos e indirectos.
Dada una mejor perspectiva del nivel de demanda interna para el 2022, mantener entonces el mismo PBI esperado previamente responde a una caída en el aporte al crecimiento por el lado externo. Ello se debe, por un lado, al mayor volumen de importaciones asociado al mayor dinamismo de la demanda interna, que restaría 0.6% adicional al PBI del 2022 frente a lo previamente esperado. Pero casi tan importante como esta (0.5% del PBI), es la menor expectativa de volumen exportado, que se produce además en un momento favorable para los precios de exportaciones. Dadas las previsiones actuales, el menor volumen esperado respecto a marzo se traduce en US$ 1,423 millones exportados menos.
Un análisis similar por sectores productivos nos muestra que casi todos mantienen un nivel similar al esperado en marzo, con excepciones puntuales pero significativas. Por un lado, las mayores revisiones al alza se han dado en Construcción (0.4% del PBI) -lo que es destacable porque es un sector intensivo en empleo- y Manufactura no Primaria (0.2%); en ambos casos, la mejora responde a que este año viene más dinámico de lo previsto en marzo, pues el crecimiento esperado en el 2022 se ha reducido. Por otro lado, las mayores revisiones a la baja se han dado en Minería y en Comercio, en ambos casos reduciéndose en 0.2% del PBI.
En conclusión, sin el mayor impulso fiscal esperado respecto al de marzo, que más que compensaría la menor demanda privada, el crecimiento del 2022 resultaría 2.7% en vez del 3.4% actualmente proyectado. La revisión a la baja por ahora se ha concentrado en las exportaciones, sobre todo mineras. En un contexto de recuperación de la economía mundial y de mayor tipo de cambio (real), esta revisión es una llamada de alerta, pues un menor dinamismo externo y privado tendrá efectos adversos en la generación y calidad del empleo.