Escribe: Eduardo Morón, presidente de Apeseg.
Cuando uno evalúa la gestión del líder de una organización es bueno recordar que hay tres elementos que lo pueden llevar a un resultado estupendo o a uno mediocre. Estos tres elementos son: estrategia, equipo e implementación. Les propongo analizar el mensaje presidencial bajo esta mirada.
Respecto a la estrategia, el Gobierno mantiene su convicción que la ruta hacia el bienestar depende de la inversión privada y esta de la confianza. Ese mensaje lo repitió la presidenta Dina Boluarte más de una vez en su largo recuento. Su discurso en favor de la apertura comercial, que coincide con la cumbre APEC, es parte del discurso que la mayoría de los presidentes han tenido en las tres últimas décadas en el Perú. No parece que en este elemento estén los mayores problemas del Gobierno. ¿Por qué esto no basta para la población?
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La explicación está en los resultados desiguales que se obtienen de la combinación de los tres elementos: estrategia, equipo e implementación. Por un lado, hay resultados notables como el destrabe de proyectos de gran complejidad como Tía María, o la ampliación del aeropuerto Jorge Chávez. Este Gobierno será recordado por inaugurar obras tan trascendentales como el puerto de Chancay. Pero en otros sectores, que son justamente más cercanos a la vida cotidiana de la población, los ministros están haciendo agua.
Pensemos en salud, educación y seguridad. En esos tres sectores la sensación es que no hay comando de la situación. La falta de control de temas esenciales es el status quo y la población está en modo sálvese quien pueda (con sus propios recursos). El discurso estuvo lleno de anuncios de obras y compras, pero lo que le interesa al ciudadano es servicio oportuno y de calidad. El ejemplo de salud ilustra muy bien el punto. Se habla de farmacias del Minsa que venderán barato las medicinas, que en realidad debieron recibir gratuitamente al ser asegurados del SIS o de EsSalud sin tener que gastar de su bolsillo. Se habla de tomógrafos nuevos, pero los que se inauguraron el año pasado ya no funcionan, y los pacientes deben pagar –otra vez– de su bolsillo para ir al frente del hospital para atenderse. Cuando la implementación falla clamorosamente la estrategia parece un fiasco, cuando muchas veces el problema está en el gestor.
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Claramente, los resultados son muy disimiles entre sectores y esto llama a cuestionar si todo el equipo, que ella halagó en el final del discurso, está a la altura del reto presente.
El Gobierno tiene la suerte que el entorno internacional seguirá mejorando y eso permitirá que el empleo se revitalice. Pero, tiene la limitación que es el Congreso quien impone cambios en la estrategia que a veces van en detrimento de los objetivos. Lo hemos visto en materia de meritocracia estatal. Justamente un elemento esencial para garantizar lo que todo el Perú reclama: un Gobierno eficaz, un Gobierno capaz de transmitir una estrategia, ponerla en marcha y conseguir los objetivos que no son otros que empezar a resolver los principales problemas cotidianos de la población.
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