
Escribe: Alberto Arispe, gerente general de Kallpa Securities SAB
“¿Es el mejor momento para comprar?” Es una pregunta que me hacen todos los días. Reflexionaré al respecto.En primer lugar, siempre pienso que al preguntarme si es el mejor momento para comprar, el cliente me está preguntando indirectamente, “si compro hoy, ¿el precio de la acción va a subir o bajar? Si yo creo que va a subir es obviamente un buen momento para comprar y si creo que va a bajar, es obviamente un mal momento. Es decir, algunos inversionistas creen que el portafolio manager/bróker/analista tiene la habilidad de poder saber qué pasará en el mercado en el futuro.
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Pues no es así. Ninguna persona, por más experiencia que tenga, por más inteligencia que tenga, por más análisis que haga, sabe qué pasará en el futuro. Tenemos más información que el inversionista promedio, sí, pero no sabemos si los precios bajarán o subirán en una semana, en seis meses, en un año o en cinco años. Nadie lo sabe.

Y nadie lo sabe porque el precio de mercado es la opinión que tienen millones de inversionistas en ese momento sobre cómo le irá al mercado, en general, y a esa empresa, en particular, en el corto plazo. El mercado se ha vuelto cada vez más nervioso y volátil.
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La teoría indica que se debe comprar barato y vender caro. Es decir se debe comprar cuando el valor de mercado es significativamente menor al valor fundamental y vender cuando el precio de mercado es significativamente superior al valor fundamental. El tema es que el valor fundamental es dinámico. Cambia constantemente y es determinado por analistas de bancos de inversión, que son humanos, y también se ponen nerviosos cuando baja el mercado y cuando temen una potencial recesión. Así que es muy posible que usted, querido inversionista, compre porque los analistas más reputados recomiendan comprar, y que luego, el precio de mercado y que el mismo valor fundamental bajen significativamente porque “cambiaron las condiciones del mercado” y por tanto, “que cambien los supuestos que usaron los analistas para calcular ese valor fundamental alto”.
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Por tanto, como nadie sabe qué pasará en el futuro ni con los precios de mercado ni con los valores fundamentales, especialmente en el corto plazo, lo mejor es no tratar de determinarlo. El riesgo de fallar en el timing es altísimo.
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En segundo lugar, creo que muchos inversionistas están, en general, cometiendo un grueso error. Como dice Warren Buffet, CEO de Berkshire Hathaway y uno de los más reconocidos inversionistas en el mundo, “muchos creen que deben invertir en acciones, cuando lo que deben hacer es invertir en compañías”. Buffet quiere decir que un inversionista debe invertir en compañías que tengan buenos negocios y que el mercado espera seguirán siendo buenos negocios en el futuro.
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Porque hay una diferencia entre invertir en negocios y en acciones. Como dice Buffet, un inversionista que escoge buenos negocios no debe estar tan preocupado por el hecho de que el valor de mercado de esa compañía baje 20% o 30% en un año o dos. Debe estar preocupado de si el negocio de esta empresa está bien posicionado en el mercado y si seguirá creciendo en el largo plazo. En cambio, un inversionista que invierte en acciones con el objetivo de ganar en el corto plazo, sí debe estar preocupado por el hecho de que las expectativas del mercado cambien de un momento a otro y el precio de su acción colapse rápidamente, pues podría ser que los fundamentos sean débiles y la acción nunca se recupere o baje a cero.
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Como ejemplo, bien podría ser que la acción de una empresa que incrementa utilidades 20% al año, que es dueña de marcas sólidas y queridas, que tiene un track record fabuloso en creación de valor, y que tiene grandes perspectivas de crecimiento, bajé 30% en un año en el que el índice Standard & Poor’s 500 (que agrupa a las acciones de las 500 empresas más importantes del mercado de valores americano) disminuya 25%. Podría ser que el precio de esta acción se reduzca porque todo el mundo está nervioso y vende todo, pero no necesariamente porque a la compañía le vaya mal económicamente-financieramente, ni porque el mercado espera que le vaya mal en el largo plazo.
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Nadie tiene la bolita de cristal. Mi recomendación fue, es y será, comprar activos con buenos fundamentos, de manera diversificada y líquidos. En el caso de acciones, comprar acciones de empresas que tienen buenos negocios, que tienen importantes ventajas competitivas en el mercado, que tienen buenas marcas, que generen buenos flujos de caja y tengamos la expectativa que estos flujos de caja crecerán a tasas atractivas. Que los accionistas controladores hayan demostrado que pueden escoger gerencias que creen valor sostenidamente.
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Así, cuando toque una caída del mercado, uno estará menos nervioso, porque sabrá que estas empresas sobrevivirán y saldrán adelante. Por ello, no se preocupe tanto en lo que pasa en el corto plazo en el mercado. Nadie sabe si hay burbuja de precios o no. Y si hay, nadie sabe si reventará mañana o en cinco años. Los precios suben y bajan todos los días por diversos factores. Preocúpese por invertir en activos que tengan buenos fundamentos en un horizonte de largo plazo.
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En conclusión, el mejor momento en buenos negocios/empresas es siempre ahora. Especular que el precio puede bajar 30% en seis meses puede funcionar, como puede no funcionar. ¿Y si no baja en cinco años? Si apostamos por el crecimiento sostenido de la economía mundial en el largo plazo, invertir empresas con buenos fundamentos ha rendido 11% promedio anual en los últimos 50 años (rendimiento del índice S&P 500) y debería seguir parámetros similares.







