En el Perú estamos acostumbrados a que algo cambie para que nada cambie, pero lo que está ocurriendo es que nada cambia.
La situación del Ejecutivo sigue siendo la de una precaria... ¿estabilidad?, que se ha convertido en crónica y que no genera en el Gobierno ninguna reacción para cambiar el rumbo de las cosas.
El reciente nombramiento en Essalud, y ante la polémica en el ministerio de Cultura, muestran que el Ejecutivo viene siendo muy poco prolijo y muy poco cuidadoso con sus decisiones. ¿Por qué?
Es difícil creer que no pueda tener a la mano algunos nombres de personas o profesionales que forman parte de esos grupos que vienen siendo “tolerantes” con la presidenta y con su permanencia, y que podrían aceptar un cargo en estos momentos.
Si el caso fuera que nadie le acepta un cargo al Gobierno, entonces la situación es más precaria de lo que pensábamos. Y si fuera el caso de que el Ejecutivo no quiere abrir la baraja y, teniendo la posibilidad de nombrar a gente más capaz, prefiere quedarse, como Pedro Castillo, con el círculo más íntimo, aunque este sea tan cuestionado y tan cuestionable como lo es la nueva titular de Essalud, entonces estaríamos ante una situación igual o más grave todavía.
Aceleradamente, varios de los ministros y ministras están haciendo honor a su calidad de fusibles y están haciendo todos los esfuerzos para cometer errores de envergadura, que “colaboren” con el desprestigio del Gobierno.
A todo esto, hay que sumarle la parte que corresponde a la presidenta. Desde hace varios días no figura, no aparece. No sabemos si tiene relación directa con la revelación de un presunto plagio, o si, siendo conciente de la situación tan débil de su administración, prefiere no exponerse. Y hace mal, porque es en estas circunstancias en las que un presidente debe decidir, dar la cara y responder a los cuestionamientos y dudas. Al mal paso, darle prisa.
Es lógico que la población se pregunte, por ejemplo, si es verdad lo del plagio; o por qué una de las instituciones más importantes en lo que al cuidado de la salud de los peruanos se refiere, se pone en manos de una persona que fracasó rotundamente cuando tuvo a su cargo la otra institución más importante en lo que al cuidado de la salud de los peruanos se refiere.
Hasta ahora lo que le ha dado esa precaria estabilidad a la presidenta es su comparación con el Gobierno de Pedro Castillo y con los gabinetes que se sucedieron mientras estuvo en el cargo. Pero si los nombramientos van a seguir siendo como los últimos, ella va a perder esa ventaja comparativa muy rápidamente.
El problema para la presidenta es que dejando que se tomen decisiones tan cuestionables como la de Essalud, y desapareciendo del horizonte político, lo único que está consiguiendo es que se siga acrecentando la percepción de que ella no es la que gobierna y que lo de la dependencia del primer ministro es real.
Además de todo esto, se seguirá generando la duda de si ella llegará al 2026 o si en cualquier momento podría caer por la fuerza de las circunstancias o de sus temores y silencios.
Y si a eso le agregamos la enorme capacidad del Congreso para meterse los más increíbles autogoles, entonces no nos sorprenda que la demanda de que se vayan todos y se que convoque a nuevas elecciones vuelva a ponerse sobre la mesa.
Pareciera que el Ejecutivo y el Congreso trabajaran denodadamente para empoderar a “alguien” que les haga la oposición. Hasta ahora los salva el hecho de que no hay oposición y que no asoma ninguna figura ni institución que pueda asumir ese rol.