Enrique Castillo
Hasta el cierre de esta columna anoche el Presidente no se había pronunciado sobre el o los cambios en el gabinete. Podría ser hoy.
Esto nos permite plantear algunos escenarios, y señalar que lo más probable es que en los próximos 30 días tengamos algunas definiciones claras sobre el rumbo que va a tomar el país.
El Presidente podría realizar hoy algunos cambios en su gabinete incorporando a independientes o personas de centro y/o centro izquierda, de tal manera que muestre una manifiesta voluntad de rectificación con relación a su primer Consejo de Ministros, y tome distancia del ala radical de su gobierno personificada en Vladimir Cerrón, Guido Bellido, y compañía.
En este caso, que sería muy sorpresivo, y con este cambio de rumbo, el Congreso le entregaría su confianza al gabinete sin dudarlo, y podríamos ingresar a un período de calma temporal, por lo menos. Siete días -hasta el 26- bastarían para esto.
La segunda posibilidad es que el Presidente haga uno o algunos pocos cambios, pero reemplazando unos nombres con otros, siguiendo la misma línea, manteniendo la orientación radical actual, la misma influencia “cerronista”, y a Guido Bellido en el Premierato.
En este caso, podría suceder que una considerable mayoría del Parlamento se sienta “satisfecha” con la salida de Héctor Béjar de la Cancillería y, pensando en mantener sus escaños con todo lo que ello conlleva, le otorgue la confianza al gabinete con la justificación de no quemar la ya famosa “bala de plata”.
Si así fuera, el gobierno se consolidaría, el gabinete ganaría legitimidad, y el ala radical habría obtenido una importante victoria, aunque después conceda una que otra baja de ministros que podrían ser censurados. También serían suficientes siete días para saber el final.
La tercera opción podría darse si, manteniendo el gobierno un gabinete con fuerte influencia radical y a Guido Bellido a la cabeza, el Congreso, en una decisión también sorpresiva, decide jugársela y no otorgarle la confianza a ese Consejo de Ministros.
En este caso se abren varias posibilidades.
Que el Presidente rectifique y nombre un nuevo gabinete con mayor aceptación general, de tal manera que se abra la puerta a la confianza y a cierta tranquilidad, lo que debilitaría a Perú Libre y a la línea “cerronista” (treinta días para esta definición, entre la negativa al primero y la confianza al segundo gabinete).
Que el Presidente recomponga su gabinete con la misma intención de ir al choque, lo que podría producir la reacción del Congreso acelerando el camino de la vacancia y el fin del gobierno de Perú Libre, generando una nueva crisis política, económica y social (quizás sean necesarios unos veintiún o treinta días hasta el final).
Que el Congreso le otorgue la confianza a ese nuevo gabinete de “choque” para evitar vacancia o cierre del Congreso, lo que consolidaría al Ejecutivo que tendría a partir de ese momento la sartén por el mango (en treinta días se cierra este capítulo).
Que el Parlamento le niegue la confianza a ese nuevo y confrontacional gabinete, provocando una lucha por quien reacciona primero, los que vacan al Presidente o los que cierran el Congreso (entre veintiuno a treinta días).
Pensar en que Palacio de Gobierno no va a cerrar el Congreso luego de negarle la confianza dos veces, es una posibilidad, pero podría ser una ingenuidad.
Cualquiera de estas situaciones se va a dar en los próximos 30 días.
Con realismo, ¿cuál cree usted que suceda?