
Escribe: Mariela García de Fabbri, gerente general de Ferreycorp y miembro de WCD
Como usted puede ya haber leído en los últimos días, el Perú, dentro de una lista de 28 países, es aquel donde los ciudadanos confían menos en el Gobierno, los medios, las ONG y las empresas, según el Índice de Confianza 2025 de Edelman. Urge un esfuerzo colectivo para ejecutar acciones concretas, reconstruir puentes y así poder volver a creer en el otro, reduciendo un triste 66% que cree que la próxima generación estará peor que la actual. Sería un lamentable legado para nuestros hijos y nietos.
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Sin restar gravedad a los resultados, destaco que en el Perú las empresas generan un mayor nivel de confianza, al menos neutral, frente a los otros actores analizados. Nos indica también que el 80% expresa que los líderes empresariales están llamados a actuar si pueden mejorar alguna situación particular. Por eso, tras lamentar este panorama y analizarlo con reflexión y autocrítica, nos corresponde asumir nuevos compromisos y redoblar esfuerzos para promover desde el sector privado la recuperación de la confianza.
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En los últimos años las empresas y colectivos empresariales vienen desplegando un genuino esfuerzo por crear valor y prosperidad. Lo vemos en su acción inmediata, es decir, con la generación de empleo de calidad, inversiones en sectores y regiones que aportan al desarrollo, así como el pago de impuestos. Pero sus iniciativas van más allá, alcanzando la formación de talento y capacidades; iniciativas de formación en valores y promoción de la inclusión; y el compromiso de operar en armonía con el medio ambiente. Estos asuntos, que ya son parte de la agenda de las empresas y se alinean con sus programas de sostenibilidad, deben ser robustecidos y extendidos, sin limitarse al interior de las fronteras de cada empresa sino además tocar a los diversos actores de la cadena de valor.
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Pero el momento que vive el país nos exige dar un paso más: ser vocales e impactar fuera de nuestro ámbito en los dolores que afectan a la ciudadanía, como la corrupción y la inseguridad. Son temas en los que debemos estar muy visibles. Hay esfuerzos importantes desde el sector privado que deben impulsarse y replicarse. Por ejemplo, Empresarios por la Integridad promueve los sistemas de prevención y control no solo en sus empresas certificadas, sino también en las pequeñas y medianas que integran su cadena de valor.
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Otra expresión clave es el compromiso de los líderes hablando de democracia, de institucionalidad, de política, particularmente relevante ante un próximo proceso electoral. El contexto es oportuno para pregonar desde casa: debiéramos promover campañas de voto informado, garantizando que se realicen sin sesgos ni ideologías, para llevar información pública y transparente sobre cómo funciona el sistema político y electoral, cuál es el rol de los votantes, dónde encontrar información de los candidatos, entre otros, procurando el mismo impacto que han tenido campañas internas en otros ámbitos, como seguridad, salud y prevención de desastres.
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Como refleja la encuesta de Edelman, la ciudadanía nos da el encargo de hacer y comunicar más, y desplegar esfuerzos dentro y fuera de nuestras empresas, para crear confianza en la sociedad como una fuerza unificadora. Hoy los líderes tenemos la obligación de dar un paso adelante para crear un espacio de esperanza.