
Escribe: Galantino Gallo, CEO de Prima AFP
Desde que comenzamos a existir, los humanos hemos estado obsesionados con la longevidad y la inmortalidad. El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, por ejemplo, es la tragedia de un hombre obsesionado con detener el paso del tiempo en su cuerpo, mientras su retrato envejece por él.
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Aunque la inmortalidad es imposible, ahora sabemos que la longevidad no se alcanza a través de fórmulas mágicas, alquimistas iluminados o suerte: los avances de la ciencia, la higiene, la salud y el conocimiento sobre nuestra naturaleza han hecho que, paulatinamente, empujemos nuestra expectativa de vida hacia adelante. Así, según un estudio de Pew Research Center, se espera que el número de personas mayores de 100 años en el mundo se multiplique por ocho para el 2050 con respecto al 2015. En el Perú, el INEI prevé que la proporción de personas de 80 y más años sobre el total de adultos mayores (60 años a más) pase de representar el 15.7% en el 2022 a 21.1% en el 2050. Este grupo, además, sería el que registre el crecimiento más acelerado de todos.
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En corto, todo apunta a que, con el paso del tiempo, viviremos más y, con los avances constantes de la tecnología y la medicina, también viviremos mejor –en términos de cómo nuestros cuerpos resistirán al paso del tiempo–. En ese sentido, las circunstancias traen muchos retos por superar y una serie de oportunidades que debemos prepararnos para aprovechar.
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Los retos, en países como el nuestro –donde el 70% está fuera del sistema previsional y muchos de los que permanecen tienen cuentas pequeñas, tienen que ver con cómo estas personas solventarán sus gastos cuando dejen de trabajar. Hoy, alrededor de la mitad de los adultos mayores permanecen en la PEA. Además, según el INEI, los ancianos representaron el 10.2% de la población pobre en el 2024.
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En esa línea, viene bien la expansión de programas como Pensión 65, pero es evidente que deberán implementarse políticas públicas para mejorar el acceso a la salud de esta porción de la población, así como para ofrecerles una vejez tranquila. Pero, con los ojos en el presente pensando en el futuro, la inclusión y mejor participación de los jóvenes en el sistema previsional desde que comienzan a trabajar es vital. Y no solo se trata de lograr que empiecen a ahorrar dinero en una AFP o en la ONP, sino de lograr que la cultura del ahorro permee en la sociedad en su conjunto. Algo que depende tanto de la educación financiera como del crecimiento de la economía y la reducción de la pobreza, para que haya aún más espacio para guardar recursos para la jubilación. Sobre todo cuando sabemos que ahora esta será cada vez más larga.
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Encontrar alivio a estos retos, como decía, abre espacio para aprovechar al máximo las oportunidades que la longevidad trae. Para empezar, está el incalculable valor de tener a los adultos mayores de nuestras familias más tiempo con nosotros y de prolongar la transferencia de conocimientos, experiencias y cariño. A lo que se suman factores como, por ejemplo, el mayor apoyo a los padres que trabajan por parte de abuelos con mejor estado físico.
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El impacto en la economía también es relevante, con la expansión de la care economy (economía del cuidado), una industria que no solo pasará a dar trabajo a millones de individuos que ayudarán a más personas en su vejez, sino que también apuntalará la innovación en tecnología y ciencia para ofrecerles mejores oportunidades, mayor autonomía y mejor calidad de vida. En Japón, por ejemplo, ya se habla de robots y de inteligencia artificial para acompañar y atender a ancianos.
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Asimismo, adultos mayores con buena salud física y financiera son un mercado importante para el turismo, capaces de viajar y visitar lugares fuera de temporada. Y muchos, incluso, eligen hacer empresa y generar empleo: una publicación de la OCDE da cuenta de que el 16% de encuestados de la tercera edad en 35 países estaba considerando emprender y que los que lo hacen son más rápidos en su toma de decisiones (experiencia) y tienen a su favor amplias redes de contactos ya establecidas.
La expansión de la longevidad es y debe ser siempre una buena noticia. Es, en fin, la expresión más nítida de nuestro ingenio y de la conquista paulatina de nuestra naturaleza. Debemos hacer todo lo posible para gozarla.
