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La economía peruana sufrió el pasado 2020 el impacto más fuerte de la pandemia en todo el planeta. Al momento, el epicentro de la crisis económica está en el mercado laboral: pérdidas masivas de empleos, cierres de empresas, ingresos reducidos y pérdidas de capital humano resumen esta tragedia. Los retos para salir de esta crisis son enormes. El próximo gobierno debe asumirlos. No se trata de volver al estadio pre-pandemia, la tarea es retomar el vigor de la economía y al mismo tiempo atacar las debilidades estructurales que la crisis ha hecho más visibles. Hay mucho empleo por recuperar, pero al mismo tiempo otros retos claves que enfrentar; por ejemplo, reducir la altísima tasa de informalidad y crear un entorno propicio para el aumento de la productividad, de manera que los ingresos laborales puedan aumentar.
¿Cuáles son las propuestas de los candidatos para enfrentar estos y otros retos del mercado laboral? Revisamos los planes de gobierno de las diez agrupaciones que lideran las encuestas para identificar sus propuestas. No todas las tienen o son explícitas; otras tienen lemas o propósitos, más no medidas concretas para alcanzarlos.
Empecemos con el tema de la generación de empleo. Cuatro de las diez agrupaciones tienen ambiciones concretas en esta área. Acción Popular tiene las mayores, ofreciendo la creación de 5 millones de empleos en el próximo quinquenio. Juntos por el Perú ofrece 3 millones solamente en el primer año (2021). Avanza País propone alcanzar los niveles pre-pandemia en el 2022. Finalmente, Podemos Perú promete 1 millón de empleos. El resto de agrupaciones no se plantea metas específicas en términos de número de empleos, aunque sus planes sí pueden contener afirmaciones, más o menos genéricas, sobre la necesidad de generar empleos y algunos también propuestas en esta dirección. Veamos cómo comparan las metas con las necesidades de empleo de la fuerza laboral.
De acuerdo con las cifras de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), en el último trimestre de 2020 teníamos 1 millón de empleos menos que un año atrás. Esta es la medida más sencilla y directa de los empleos que necesitamos recuperar. Si consideramos, adicionalmente, que cada año se incorporan a la fuerza laboral aproximadamente 150,000 personas, serían 1.3 millones de nuevos empleos, con los que estaríamos al mismo nivel que a fines de 2019, con una tasa de desempleo de 3.6 por ciento, históricamente baja. Tres millones de empleos en un solo año, un crecimiento de 17% en la demanda laboral, ciertamente supera el tamaño de la fuerza laboral nacional. Así mismo, es probable que parte de los empleos que necesitamos recuperar se generen antes de 28 de julio, siempre que el proceso de vacunación adquiera una mayor dinámica y logremos cierto control sobre la pandemia del coronavirus. Si pensamos en metas para el próximo quinquenio de gobierno, 2 millones de empleos es un número razonable, en línea con nuestra performance reciente.
Sin embargo, ninguno de estos cálculos considera que un problema central del mercado laboral peruano pre-pandemia era la calidad de los empleos. Más aún, buena parte de la recuperación en el empleo que hemos observado en los últimos meses es empleo de muy baja productividad, resultado de actividades de supervivencia, típicamente en el sector informal. Esto se refleja en una caída en los ingresos por trabajo informal de más del 30 por ciento. Algo que uno quisiera observar en los próximos años es la sustitución de este tipo de empleo por otro de mayor productividad y una reversión de la tendencia reciente de informalización del empleo.
Sobre esto, las propuestas de los candidatos son bastante diversas. Acción Popular, Fuerza Popular, Victoria Nacional y el Partido Morado se plantean explícitamente el problema; en contraste, Juntos por el Perú y Perú Libre, lo ignoran, más interesados en expandir garantías y derechos para los trabajadores e introducir mayores exigencias a las empresas por la vía legal en cuanto a condiciones de trabajo. Un elemento común en los planes, ligado o no a formalización empresarial, es el foco en las pequeñas y microempresas. Iniciativas en términos de proveer mayor acceso al crédito, capacitación y acceso a mercados son estándar dentro de los planes de gobierno. Es difícil, sin embargo, identificar en la mayoría de los casos qué elementos innovadores se quieren implementar con relación a la oferta de servicios existente. Tampoco parece haber conciencia de la bajísima productividad del trabajo en el sector de la microempresa, que apenas alcanza el 6% de aquélla en una empresa de más de 50 trabajadores y difícilmente alcanza para pagar salarios mínimos a los trabajadores.
En suma, como ya nos hemos acostumbrado a observar, los planes de gobierno tienden a plantear deseos antes que buscar una consistencia entre metas e instrumentos a implementar. Muchos se quedan en lo declarativo (v.g., número de empleos, número de servicios a prestar, etc.). De manera que si Usted, amable lector, está buscando guía para su voto en las propuestas de empleo de los contendientes es muy probable que no encuentre mucha.