Escribe: Omar Mariluz Laguna, director periodístico de Gestión
El pasado viernes, el presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, pidió a la población que “no marchen ni protesten” por la crisis de inseguridad que vive el país, al menos durante los días que durará la Cumbre de Líderes de APEC. Sin embargo, esa misma noche, en el distrito de Ate Vitarte, seis personas fueron asesinadas por sicarios en pleno estado de emergencia.
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Adrianzén parece más preocupado por proyectar una “buena imagen” y evitar “malos espectáculos” para los líderes y delegaciones que visitarán el país durante la cumbre. En cambio, el alcalde de Ate, Franco Vidal, criticó abiertamente la inacción del Gobierno, declarando que el estado de emergencia no solo ha fracasado en su distrito, sino en todo el Perú, y que la criminalidad sigue aumentando sin control.
“Invoco de la manera más fraterna a los manifestantes para que, durante esos tres días, se abstengan de realizar marchas y protestas, a fin de que nuestros visitantes puedan sentirse a gusto y seguros en nuestro país”, declaró Adrianzén casi en tono de súplica.
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El problema, señor premier, es que hoy en el Perú nadie se siente seguro. La Embajada de Estados Unidos ha alertado a sus ciudadanos sobre los riesgos en varios distritos limeños frecuentados por residentes y turistas, como Miraflores, Barranco, La Molina y Surco. Así que resulta difícil imaginar cómo el Gobierno pretende ocultar la realidad de un país en crisis, lleno de sicarios, extorsionadores y mineros ilegales, solo para dar la “buena imagen” que se desea proyectar.
El premier Adrianzén parece olvidar que las marchas y protestas no son el problema de fondo. La verdadera crisis está en el riesgo que enfrenta cualquier persona que intenta trabajar y generar riqueza en el Perú, donde el temor a la extorsión o el asesinato no es cuestión de “imagen”.
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Es cierto que ser anfitriones del Foro APEC por tercera vez es una oportunidad histórica que podría impulsar nuestras relaciones políticas, culturales y comerciales con el Asia-Pacífico. Y como país anfitrión, sin duda, debemos estar a la altura. Sin embargo, la urgencia está en que el Gobierno de Dina Boluarte asuma su papel y despliegue una política pública real y efectiva contra la inseguridad, en lugar de priorizar a aliados políticos en puestos clave a pesar de los escándalos recientes por capturas fallidas y cifras infladas.
Si bien el APEC es una oportunidad para fortalecer nuestros lazos comerciales y atraer inversiones, la inseguridad y la violencia están creciendo a un ritmo que amenaza con opacar cualquier avance económico. En estas condiciones, ningún foro o tratado de libre comercio será suficiente para sacar al Perú del subdesarrollo.
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Al premier Adrianzén y a la presidenta Boluarte les preocupa dar una “buena imagen” durante el APEC, pero las preocupaciones de la población peruana son más concretas y urgentes: evitar ser asaltados, extorsionados o asesinados.
Magíster en Economía, diplomado internacional en Comunicación, Periodismo y Sociedad, estudios en Gestión Empresarial e Innovación, y Gestión para la transformación. Cuento con más de 15 años de experiencia en el ejercicio del periodismo en medios tradicionales y digitales.
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