Por: Marlene Molero, profesora del Programa de Liderazgo para Mujeres Ejecutivas de Pacífico Business School
Probablemente hemos escuchado hablar de la doble jornada en más de una oportunidad. El término se usa para hacer referencia a ese tiempo extra no remunerado que les dedican las mujeres a las tareas de cuidado del hogar y de sus integrantes. Los hombres también les dedican tiempo a estas actividades, pero menos. Considerablemente menos.
Para entenderlo, lo vemos reflejado en cuatro actividades habituales en el hogar: limpieza, actividades culinarias, cuidado de menores y cuidado de enfermos. En promedio, las mujeres pasamos cerca de 33 horas a la semana a estas actividades y los hombres le dedican casi 16 horas. Tal vez visto semanalmente no llama tanto la atención, pero al mes, esto significa una diferencia de casi 70 horas y podemos seguir multiplicando. Estas son cifras promedio en un contexto pre COVID-19. Ni qué decir de la situación que estamos viviendo.
¿Cuáles son las consecuencias y por qué le debería importar a nuestra organización si se trata de un asunto privado? En nuestras organizaciones esta brecha se traduce en tres palabras: pérdida de talento, en un contexto país en el que las mujeres han alcanzado mayores niveles educativos que los hombres. La buena noticia es que este riesgo no viene determinado por las capacidades, sino por el contexto. Eso nos abre más de una oportunidad.
Hoy en día en el hogar confluyen las actividades laborales, educativas, de cuidado y de ocio. Muchos de nuestros trabajadores y trabajadoras están haciendo trabajo remoto y las tareas de cuidado que hemos revisado se han multiplicado. Por eso resulta esencial que las políticas y lineamientos que las organizaciones vienen elaborando incorporen la perspectiva de género. Propongo tres acciones que pueden realizar:
Normaliza las actividades de cuidado y promueve la corresponsabilidad. Si el problema es la desigual distribución del tiempo de cuidado, la mejor acción que podemos tomar es la de promover una redistribución equitativa. Desde campañas publicitarias hasta acciones internas que normalizan y visibilizan a los líderes de la organización haciéndose cargo de sus hijos. Hace poco una amiga me contó que al inicio de las reuniones de coordinación semanal su jefe siempre se encarga de indicar que cualquier aparición en pantalla de los niños es bienvenida. Y hace unos días también ví como una líder de una importante firma de PR resaltaba en redes sociales el involucramiento de los hombres de su equipo en las tareas de cuidado. Ahí está. Al alcance de un tweet.
Consulta con tu equipo las mejores horas para las reuniones virtuales. Parece evidente, pero no es una práctica usual. Cuando estábamos en la oficina nuestra disponibilidad básicamente dependía de si teníamos otra reunión a la misma hora. Hoy hay otros factores que influyen, por ejemplo, si tengo una computadora para mi uso exclusivo, los horarios de las clases virtuales si tenemos hijos, el tiempo destinado para comprar y desinfectar. Un formulario simple puede ser la mejor herramienta para asegurarnos que todos y todas puedan asistir y participar de las reuniones.
Acuerda jornadas partidas que permitan tiempo para acompañar la educación en casa. La vida familiar y laboral confluyen fuertemente con la educación en casa y no abordarlo directamente no cambiará esta situación. Si antes tenías cuponeras de tiempo libre para cumpleaños, fechas especiales, entre otros, hoy considera partir la jornada de trabajo para quienes requieran acompañar a sus hijos una o dos horas diariamente. No se trata de reducir el tiempo de trabajo, sino de reorganizarlo. Mientras más transparentes y abiertos seamos para hablar de estas necesidades, mejores soluciones podremos tener.
Es cierto, hay una nueva normalidad para todos, pero no por igual. Pongamos atención a las diferencias y no dejemos a nadie detrás.