
Escribe: Ricardo Valcárcel, analista económico
El BCRP ha mantenido con éxito la estabilidad monetaria y administra unas reservas internacionales sólidas —hoy cercanas a US$ 90,000 millones—. Pero su composición revela una alta dependencia del dólar: alrededor del 90%, cifra mayor que la de Chile (82%), México (85%), o Brasil (81%).
La caída cerca al 9% del índice DXY, en lo que va del año, implica una merma aproximada de 1.6% en el valor real de nuestras reservas, reduciendo su poder adquisitivo externo aunque no su valor nominal.
Esta dolarización del portafolio se ha mantenido por años, pese a que el comercio global transita hacia mayor multipolaridad y una desdolarización relativa.
Sería prudente una diversificación gradual y controlada del 15% del portafolio fuera del dólar, lo que proveería mayor cobertura y capacidad de maniobra financiera en escenarios de crisis del dólar, sanciones extraterritoriales o dislocaciones monetarias globales, especialmente en un contexto de rivalidad creciente entre Estados Unidos y China.
Esa diversificación debería incluir una porción en yuanes, moneda de nuestro principal socio comercial. Mientras Chile, México y Brasil ya poseen entre 3% y 7% de sus reservas en yuanes, el Perú prácticamente no tiene. El BCRP incluso mantiene un swap vigente con China, hoy sin utilizar.
La diversificación puede lograrse con depósitos o bonos en yuanes, siempre que se ejecute técnicamente y sin politización, para evitar reacciones perjudiciales de parte de Estados Unidos.
También puede avanzarse aumentando la tenencia de oro en las reservas. Según la metodología del BCRP equivale a cerca del 5% (3.8% bajo estándares internacionales). Llevarlo al 7% sería razonable y acorde con economías emergentes prudentes como India, Polonia, Arabia Saudita o Turquía. Kazajistán y Uzbekistán incluso superan el 50%, usando el oro como ancla de soberanía monetaria.
La actual apreciación del sol ha permitido al BCRP comprar dólares para contener la volatilidad. Parte de esas adquisiciones podría destinarse a oro, sin comprometer su capacidad de intervención futura ante episodios inesperados, especialmente en el periodo electoral.
Resulta contradictorio que el Perú, siendo uno de los mayores productores de oro del mundo, lo utilice tan poco como reserva soberana. Comprar oro de producción doméstica reduciría costos logísticos, y podría servir como colateral de swaps o préstamos internacionales.
Un beneficio adicional sería fortalecer la lucha contra el oro ilegal. Si se mejora la trazabilidad, el BCRP podría comprar oro limpio de producción formal, enviando una señal poderosa: solo el oro plenamente legal es digno de convertirse en reserva soberana. Sería un doble avance: fortalecer reservas y reducir el espacio económico delictivo.
El conservadurismo ortodoxo del BCRP genera un sesgo donde toda innovación se percibe como un riesgo. Pero la diversificación señalada es una conveniencia estratégica, geoeconómica y de soberanía sin riesgo alguno.
La composición de las reservas internacionales no es un asunto lejano. Afecta la estabilidad del tipo de cambio en un país cuya masa monetaria ronda el 30% en dólares; incide en la inflación importada y determina la capacidad del país para enfrentar choques externos. Desmerecer esta diversificación nos hace vulnerables, y lo pagaríamos con la tuya y con la mía. En esencia, diversificar es una póliza de seguro macroeconómico para todos los peruanos.







