El regreso de los profesionales, por Mauricio Olaya (Foto: iStock)
El regreso de los profesionales, por Mauricio Olaya (Foto: iStock)

Por Mauricio Olaya

Socio principal de Muñiz, Olaya, Meléndez, Castro, Ono & Herrera Abogados

I. Los profesionales en la fase 1

Dentro del listado de actividades de la fase 1 para el reinicio de la actividad económica del país se ha incluido a los servicios profesionales prestados a las empresas.

Así, estudios de abogados, de arquitectura, ingeniería, contabilidad, entre otros, deben ultimar sus protocolos de bioseguridad y estar atentos a la regulación complementaria que con relación a ello sea publicada por el sector.

2. Retos

Es importante tomar consciencia de las diversas obligaciones con las que tendrán que cumplir las organizaciones de profesionales, poco acostumbradas a lidiar con este tipo de sobrerregulaciones, más típicas de las actividades industriales o de protocolos autoimpuestos en actividades como la de expendio de comida. Esto se constituirá en un gran reto y desafío para el sector profesional.

3. Obligaciones

En línea con ello y, además de las regulaciones específicas y sectoriales o incluso municipales (como ha ocurrido por ejemplo con el municipio de Miraflores), deberá cumplirse con lo establecida en el documento técnico aprobado por el Minsa y que contiene los lineamientos para la vigilancia, prevención y control de la salud de los trabajadores con riesgo de exposición a COVID-19 (entendiéndose por estos a aquellos que vayan a trabajar durante la pandemia tal y como estaría ocurriendo en este caso con los profesionales que forman parte de la fase 1 y que reanudarán sus actividades en el mes de mayo).

El referido documento técnico impone la necesidad de contar con un plan de vigilancia, prevención y control de COVID -19 en el trabajo, el cual debe incluir ciertos lineamientos específicos y deberá registrarse ante la autoridad de salud para fines de fiscalización posterior de cumplimiento.

En resumen, dichos lineamientos son 7: (i) limpieza y desinfección de los centros de trabajo antes del inicio de las actividades (y luego de manera frecuente, incluyendo instalaciones, útiles de escritorio, etc), (ii) evaluación de la condición de salud del trabajador de forma previa a su reincorporación (ficha de sintomatología COVID -19 de los trabajadores, control de temperatura corporal al momento de ingreso, etc.) (iii) lavado y desinfección de manos obligatorio (disponiéndose por el empleador cantidad y ubicación de puntos de lavado de manos y alcohol en gel para el uso libre por los trabajadores), (iv) sensibilización de la prevención del contagio en el centro de trabajo (preparando y ubicando todo el material informativo acerca de los métodos de protección, uso de mascarillas, lavado de manos, medios para canalizar inquietudes y reportar tempranamente síntomas, etc.), (v) medidas preventivas de aplicación colectiva (ambientes ventilados, distanciamiento mínimo de un metro entre trabajadores, uso obligatorio de mascarillas, limpieza y desinfección de calzado al ingreso, etc.), (vi) medidas de protección personal (entrega de mascarillas e indicaciones de uso correcto) y (vii) vigilancia de la salud del trabajador en el contexto del COVID-19 (permanente evaluación de la salud, control de temperatura al inicio y final de cada día de trabajo, etc.)

4. Responsabilidad

Sin duda el sector de prestación servicios profesionales deberá asumir un elevado rol de responsabilidad que corresponda a su nivel de preparación. Es verdad también que el regreso de este sector a las actividades se verá favorecido por el trabajo remoto que le permitirá ser selectivo en cuanto al número de profesionales que se reincorporarán de forma presencial a sus instalaciones.

5. El futuro

Durante esta primera etapa y durante los próximos meses se deberá promover e incentivar el trabajo remoto operando desde sus hogares, salvo cuando sea imprescindible la asistencia presencial en las oficinas. Para ello se deberían facilitar las herramientas tecnológicas que permitan que ello ocurra. De igual manera, debería seguirse aprovechando al máximo el uso de la tecnología para reducir el mínimo la oportunidad de contacto entre los miembros de las organizaciones y sus clientes.

El Estado por su parte debería continuar realizando las inversiones necesarias que permitan la realización de trámites, audiencias y actuaciones judiciales, administrativas o arbitrales de manera remota hasta donde ello sea posible.

En resumen, hasta que contemos con una vacuna o un tratamiento probado y quien sabe incluso después sigamos impulsando la modalidad de home office sin prejuicios ni reproches.