Escribe: Alejandro Deustua, Internacionalista
El presidente Donald Trump ha iniciado una ofensiva proteccionista contra aliados y socios occidentales (y China). Con imprudente arrogancia el mandatario ha comenzado en Norteamérica la campaña coercitiva que continuará en Europa (y quizás en Suramérica), empleando instrumentos arancelarios para lograr objetivos de seguridad.
LEA TAMBIÉN: ¿Cómo prepararnos para una fuerza laboral mixta de humanos y agentes de IA?
Aquella, confundida con políticas de “máxima presión” (que se aplican a Irán), se basan en otro grave error: definir como “interés nacional” la singular voluntad del mandatario y de hacerlo bajo criterios absolutistas desmereciendo los intereses de las contrapartes más cercanas. Esta turbación es sólo un extremo de lo que el Secretario de Estado Marco Rubio expresó recientemente en el Senado al concluir que el orden internacional de la posguerra no sólo se había derrumbado, sino que se ha vuelto contra Estados Unidos. En consecuencia, la superpotencia actuaría.
LEA TAMBIÉN: El impacto de la extensión de las licencias por maternidad y paternidad
Si de momento, la imposición de 25% de aranceles a Canadá (10% a los hidrocarburos) y México se ha pospuesto a la espera de los resultados de un mayor control fronterizo que impida el tráfico de fentanilo y de migración ilegal, nada asegura que al término del plazo de 30 días la coerción retorne con fuerza. Especialmente si algo menor al 1% de ese tráfico que proviene de Canadá seguramente se colará por su frontera, si la brutalidad de los carteles mexicanos (que emplean armas adquiridas a fabricantes norteamericanos según la presidenta Claudia Sheinbaum) no logra degradarse sustancialmente y si la calificación del resultado corresponde a la autoridad norteamericana según la “acción ejecutiva” correspondiente.
LEA TAMBIÉN: La asunción de Trump: Propuestas, impacto potencial y oportunidades en renta variable en EE.UU.
La situación creada puede definirse como guerra comercial en pausa en tanto Canadá ha retaliado (China acaba de hacerlo) y Estados Unidos ha anunciado que escalará su respuesta. México no ha materializado una respuesta arancelaria (pero la mantiene en reserva). En su caso la situación califica “solo” como imposición de fuerza unilateral por terceros para cambiar su conducta.
La escalada beligerante ya está en el horizonte europeo cuyas autoridades acaban de reiterar que, de procederse con ellos de la manera descrita, responderán de manera semejante. Mexicanos, canadienses y europeos han reiterado su esperanza de recomponer la relación occidental (que, en el caso de los dos últimos, incide también en la OTAN en momentos de guerra en Europa). Del Sr. Trump no se conoce expresión similar.
LEA TAMBIÉN: Stock Watchlist 2025: perspectivas para BVL
Si además de los problemas migratorios y de tráfico ilegal por organizaciones criminales el motivo de la agresión a Canadá y México fuera la disconformidad de Trump con el T-MEC (heredero del NAFTA) cuya primera revisión el presidente quisiera adelantar para renegociarlo, el Perú puede esperar, además de presión en la lucha contra el narcotráfico, quizás una revisión del TLC con Estados Unidos. Ello ocurría en un contexto de incertidumbre y volatilidad en los mercados, de desaceleración del crecimiento global y mayor fricción antioccidental inducido por la acción norteamericana.
Comienza a destacar en el mundo empresarial recibiendo las noticias más exclusivas del día en tu bandeja Aquí. Si aún no tienes una cuenta, Regístrate gratis y sé parte de nuestra comunidad.