
Escribe: Salomón Spak, líder de la Práctica de Seguros para Sudamérica de McKinsey & Company.
La industria aseguradora, sinónimo de estabilidad, prosperó gracias al cálculo actuarial, gestión de riesgos y proyección de escenarios.
En este 2025, esta fórmula enfrenta límites. La evolución del cliente, la presión competitiva y la disrupción tecnológica –especialmente la inteligencia artificial (IA)– está transformando las bases del sector. La IA ya no es una promesa, es el presente. Su impacto redefine modelos operativos y estructuras organizacionales.
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Para los líderes del sector en América Latina y en Perú, esta transición plantea una nueva definición de competitividad. La pregunta ya no es si la IA transformará el negocio, sino quién la capitalizará con visión, responsabilidad y rapidez.

¿Por qué la IA es clave en los seguros?
El seguro se basa en comprender riesgos y acompañar al cliente en momentos críticos. La IA generativa y los agentes inteligentes permiten detectar patrones complejos en grandes volúmenes de datos, añadiendo empatía y criterio a la experiencia. Hoy es posible automatizar procesos antes reservados al juicio humano: evaluación de siniestros, detección de fraude o personalización de pólizas. Un sistema de IA puede analizar imágenes, compararlas con datos históricos y emitir reportes en minutos, con mayor precisión que un analista promedio. Este avance no solo mejora la eficiencia, sino que responde a consumidores que esperan interacciones rápidas, fluidas y personalizadas.
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De la automatización a la reinvención
Ver la IA como una “capa” adicional sobre procesos existentes es un error común. Los líderes del sector comprenden que se requiere una transformación estructural. La adopción efectiva implica rediseñar dominios clave –reclamos, atención al cliente, ventas– desde una perspectiva transversal.
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El caso de Aviva, aseguradora del Reino Unido, es ilustrativo. Con más de 80 modelos de IA aplicados a su gestión de reclamos, redujo 23 días en la atención de casos complejos, aumentó 30% la precisión en asignaciones y disminuyó 65% las quejas. Un ahorro directo superior a 80 millones de dólares.
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En América Latina, muchas aseguradoras siguen en fases piloto. Iniciativas fragmentadas difícilmente generan impacto sostenible; el verdadero valor surge al transformar un dominio completo.
¿Cómo mantenerse competitivo?
Ser una aseguradora AI-native requiere liderazgo, una hoja de ruta clara y ejecución disciplinada. Es fundamental alinear a la alta dirección en una visión con impacto financiero medible y foco en dominios estratégicos.
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El talento es un diferenciador. Las compañías líderes concentran hasta 80% de sus capacidades digitales internamente. Esto demanda atraer perfiles especializados, desarrollar habilidades avanzadas y adaptar modelos de gestión a entornos donde humanos e IA trabajan en conjunto.
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La arquitectura operativa debe evolucionar. Modelos ágiles y escalables permiten romper silos, fomentar colaboración y responder al ritmo de innovación. La tecnología debe habilitar velocidad, flexibilidad y reutilización de componentes, apalancada por agentes inteligentes. Sin una base de datos sólida, esto no es viable: la información debe tratarse como activo estratégico, gobernada con rigor, integrada eficientemente y disponible en tiempo real.
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La adopción cultural es crítica. El éxito no depende solo de tecnología, sino de que los equipos la integren en su día a día. Las aseguradoras deben invertir en adopción, fortalecer capacidades internas y promover una cultura de innovación.
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El mensaje es claro: adoptar la IA estratégicamente es una ventaja competitiva. Las aseguradoras que actúen con decisión capturarán valor significativo. Las que posterguen corren el riesgo de quedar rezagadas frente a competidores nativos digitales. La buena noticia es que América Latina y Perú cuentan con un ecosistema asegurador dinámico, con talento y cultura digital en expansión.