Por Percy Marquina
Director General de CENTRUM PUCP
Tendremos días buenos y días malos. Tendremos días en los que habrá que analizar cuáles fueron nuestros errores y tendremos días en los que podremos celebrar nuestros aciertos. Este es el proceso en el que nos encontramos mientras enfrentamos el virus. En la reapertura parcial de nuestra actividad económica, habrá períodos de recuperación en la economía, pero el virus seguirá presente y nos puede obligar a retroceder.
Sin embargo, en este nuevo contexto, las empresas y sus líderes no pueden darse el lujo de descansar o dejar que la compañía recaiga en la manera usual de hacer negocios. Deberán encontrar una manera de responder a las demandas de sus propios trabajadores y de sus clientes, quienes desean lo más pronto posible volver a la normalidad. Para que ello sea posible, ha llegado la hora de dar paso a un nuevo contrato social que otorgue la prioridad bien ganada a los trabajadores disruptivos y ágiles.
La pandemia ocasionada por el COVID-19 nos trajo grandes lecciones. Hemos entendido que muchas de las compañías no estaban listas para adoptar una cultura del teletrabajo y la transición ha sido complicada. Por ello, es tan importante agilizar los procesos como implementar la resiliencia en el trabajador. Crear una cultura que sea permeable al teletrabajo en un mundo con menos oficinas será un desafío que los líderes tendrán que enfrentar.
La era en la que estaremos entrando será una en la que estemos rodeados de empresas activas y grandes que hayan sobrevivido a la pandemia y que sepan competir con su capacidad de respuesta y su escala. Para ello, necesitaremos definir los roles críticos para cumplir con competir en esta nueva era. Los líderes deberán de hacer malabares en el cumplimiento de sus compromisos con los consumidores, mientras que sus empleados deberán experimentar y aprender hasta encontrar el equilibrio que produzca el mejor resultado. En esta era se apreciarán a empleados ágiles, aquellos que son capaces de apoyar a los equipos en comunicación directa con los trabajos de primera línea, aquellos que diseñan y pueden manejar sistemas modulares altamente adaptables con precisión.
Otra de las habilidades que serán más apreciadas serán los trabajadores disruptivos y escalables, es decir, aquellos que sepan cómo tomar los grandes problemas y hacerlos lo suficientemente pequeños para poder aprender de ellos y ponerlos a prueba. Una vez hallada la solución, necesitaremos trabajadores escalables que sepan tomar esta herramienta y volverla aplicable a los problemas de la organización e inclusive de la industria, que son mucho más grandes.
En esta nueva etapa que estamos enfrentando, los líderes deberemos de encontrar un propósito para nuestras organizaciones, uno que permita conciliar lo mejor de nuestros antiguos días de normalidad con las lecciones que nos permitan luchar para recuperarnos para el mañana. Esta búsqueda por un nuevo contrato social será, quizás, una de las grandes invenciones de nuestra década.