(Foto: Difusión)
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Por Christine Lizardo

Gerente de Advisory de KPMG en Perú

Desde la aparición del , la cuarentena ha servido para aplanar la curva del contagio en la población; sin embargo, a pesar de esta medida y las de alivio económico dictadas por el Ejecutivo, los distintos sectores se han visto afectados, mostrando señales de paralización económica en los resultados de las empresas. En este sentido, es necesario generar una capacidad de respuesta ante la crisis, y una alternativa eficaz es a través de la gestión integral de riesgos proactiva que permita la generación de valor, mediante la evaluación de la rentabilidad ajustada a riesgos, y acompañada del uso efectivo de los activos.

Aún, las compañías tienen la posibilidad de tomar acciones para mitigar el impacto en su mercado. Para ello se requiere entender que los riesgos son transversales y que la gestión interdisciplinaria implica el uso de un lenguaje y taxonomía común para toda la organización. El objetivo principal es realizar un diagnóstico para fortalecer a las empresas a nivel operativo, de procesos y optimizar la toma de decisiones, en busca de oportunidades dentro de un contexto de incertidumbre ante la .

Respecto al sistema financiero, su volatilidad y desempeño ha sido titular de diferentes publicaciones, pero a diferencia de otros mercados, ya en este ámbito se tenía la experiencia de una crisis generalizada previa, por lo que ya contaban con un marco lo suficientemente robusto y adaptable a futuras crisis: NIIF 9 y NIIF 13. Si bien los estándares mantienen su nivel de exigencia, ahora es imperativo que las empresas fortalezcan el conocimiento sobre estos requerimientos para asegurar la consistencia y razonabilidad al momento de aplicar y revelar los enfoques y juicios de valor.

Para el caso de la NIIF 9, y específicamente para la estimación del deterioro bajo el modelo de las pérdidas esperadas, el cambio en la calidad crediticia es la base en la que se fundamenta el modelo. Los supuestos pueden continuar siendo válidos o alinearse al actual entorno, ya que los parámetros y las políticas seguirán su proceso de actualización, al no ser un modelo mecánico y contar con capacidad adaptativa, incorporando una definición de incremento significativo en el riesgo de crédito ajustada.

Pero ¿qué sucede en los casos en donde las empresas no contaban con la capacidad de respuesta necesaria? Para las empresas que no seguían los requerimientos mínimos exigidos por la Norma, las soluciones prácticas pueden ser un recurso temporal que únicamente mitigue el impacto a corto plazo, por ello la definición de “solución práctica” indicada en la Norma no implica simplicidad, y debe buscar un equilibrio entre el nivel de complejidad y el nivel de predicción de un modelo sin incurrir en un esfuerzo desproporcionado.

En lo que respecta a NIIF 13, la estimación del valor razonable dentro de un contexto de incertidumbre ha generado muchas interrogantes: ¿el precio cotizado continúa siendo una fuente confiable?, ¿los insumos no observables necesitarán ajustes?, ¿las jerarquías de valor razonables sufrirán cambios?, entre otras. Si bien se ha evidenciado volatilidad en la actividad económica en general: los principales índices se fueron tornando de color rojo, sumado al latente crecimiento del riesgo de crédito y liquidez, es responsabilidad de las empresas aplicar la Norma, incorporando mayor nivel de revelaciones y sensibilidades.

Por otra parte, las teorías sobre la eficiencia del mercado podrían llevar a relucir las principales debilidades relacionadas a la asimetría de información disponible para cada tipo de instrumento y, por consiguiente, para cada valorización, ahora es el momento de documentar y revelar los procesos vinculados al tratamiento de información pública y privada como insumos en las valorizaciones.

Es así como la aplicación de la Gestión Integral de Riesgos en las empresas dejó en evidencia su rango de acción y tolerancia ante el COVID-19. El impacto de la pandemia ha llevado consigo varios retos a nivel empresarial que nos ha llevado a iniciar un proceso de reevaluación de los modelos, las metodologías aplicadas y de los procesos establecidos actualmente, mostrando así resiliencia ante los eventos externos de impacto a nivel mundial.