Presidente de APESEG
Si uno quiere chocolates, buscar uno belga no tiene pierde; si uno busca principios para un buen gobierno no queda otra que mirar a los británicos. Hoy más que nunca los peruanos nos preguntamos si tenemos, o mejor aún, en qué consiste un buen gobierno. Para los británicos son 5 principios para aspirar a tener un buen gobierno (Good Government Report, House of Commons).
- Tener gente buena, esto implica tener la capacidad de atraer y mantener a los mejores talentos. Esto va para la cabeza de los ministerios, pero se extiende a toda la administración pública. Un mal jefe con un buen equipo desencadenará un éxodo masivo del talento. Un buen jefe con un mal equipo generará enfrentamientos eternos y malos resultados. Como nos ha enseñado Gareca todos estos años, los buenos equipos se cultivan cuidadosamente, para ello, hay que capacitarlos, exigirles, pero pagarles apropiadamente y desterrar por completo los tarjetazos que son la antítesis de la meritocracia.
- Un buen proceso de decisión de políticas. Para que el gobierno sea bueno se requiere que tenga buenas estructuras y sistemas. Pero, sobre todo, el proceso de hacer nuevas políticas o corregir lo existente debe replantearse. Nuestros gestores públicos deberían buscar enfocarse en el ciudadano, ser eficaces y eficientes, ser transparentes, y no perder el espíritu de siempre buscar mejoras adicionales. Un elemento adicional de cómo se legisla, es el esfuerzo que se coloca en la correcta implementación de las nuevas políticas. Diseño sin preocupación por la entrega final es un error.
- Se debe rendir bien las cuentas. Tanto las autoridades electas como aquellas designadas deben ser conscientes de la necesidad de rendir cuentas sobre sus acciones, decisiones y desempeño. Todos son servidores públicos y se deben al ciudadano. Evidentemente, esto empieza siempre por quien tiene más poder, más presupuesto bajo su mando, pero se extiende a toda la administración pública porque no hay que olvidar que hasta el último sol que se pretende gastar salió del bolsillo de un ciudadano.
- Buen desempeño. A veces nos preocupamos por quienes ocupan los cargos y nos olvidamos rápidamente de que el gobierno está para darle servicios al ciudadano. Por ello, es importante asegurar la calidad de los servicios que tienen naturaleza pública. ¿De qué me sirve una educación gratuita que no me da la capacidad de entender lo que leo, que no me permite saber manejar mi salud financiera? ¿De qué me sirve un seguro universal que no me da citas razonablemente oportunas y termino automedicado en una farmacia, pagando lo que no me debería costar nada? Quienes lideran las organizaciones públicas deben tener claridad en la manera como juzgar que se está teniendo un buen resultado. Si no, será imposible corregir en el camino.
- Buenos estándares. Los reflectores están puestos en los servidores públicos, en la medida que ellos se manejen con rectitud y dando el ejemplo serán respetados más allá de lo que imaginan. Un liderazgo basado en altos estándares (trabajador, honesto, respetuoso, sincero, humilde) puede derribar fronteras y sumar millones. Gobernar implica intentar resolver complejos y para ello será mucho más fácil si se parte de este tipo de liderazgo potente.
No nos enredemos en discusiones de Estado grande o chico, gobierno digital o presencial, procuremos construir un buen gobierno con estos cinco requisitos y lo demás vendrá por añadidura. Promovamos estos principios hoy más que nunca cuando nos abruma una sensación de pesadumbre porque las noticias de los últimos seis meses son un rosario de denuncias de nombramientos inadecuados, copamiento de las instituciones, y renuncias forzadas del talento que el Estado alguna vez supo atraer. Nada de esto le sirve a la ciudadanía, solo a unos cuantos bolsillos propios.