Las instituciones electorales –el Jurado Nacional de Elecciones y la ONPE– tienen la tarea urgente de acercar el proceso a la gente.
Las instituciones electorales –el Jurado Nacional de Elecciones y la ONPE– tienen la tarea urgente de acercar el proceso a la gente.

El Perú se prepara para elegir un nuevo gobierno en el 2026, pero la mayoría de los ciudadanos no parece estar enterada. Según la encuesta de Datum de octubre publicada en El Comercio, el 86% de los peruanos no sabe la fecha de las elecciones generales y apenas el 1% conoce que participarán 39 partidos políticos. Son cifras que retratan una realidad preocupante: la desconexión del electorado con el proceso democrático.

Esta falta de información no es casual ni sorpresiva. Puede ser el reflejo de un país cansado de la política, decepcionado de sus líderes y escéptico ante la posibilidad de un cambio real. Después de años de inestabilidad, escándalos y gobiernos fugaces, muchos podrían sentir que da lo mismo quién gane. Pero esa indiferencia nos llevará a repetir los mismos errores. Cuando el voto se emite sin pensarlo, la frustración llega luego con la misma frase de siempre: “que se vayan todos”.

El problema, sin embargo, no solo está en la apatía ciudadana. Las instituciones electorales –el Jurado Nacional de Elecciones y la ONPE– tienen la tarea urgente de acercar el proceso a la gente. Se necesita una campaña pedagógica y masiva, que hable el lenguaje del ciudadano, que llegue a los jóvenes en redes sociales (los ciudadanos de entre 18 y 29 años son el 25% del electorado), que explique con claridad qué se elegirá, cuántos partidos hay y por qué el voto informado sí marca la diferencia.

Tampoco pueden evadir su elevada cuota de responsabilidad los partidos políticos. Si la ciudadanía no confía en ellos, es porque suelen presentar candidatos sin preparación, sin ética o con prontuarios (recordemos la cantidad de congresistas actuales con investigaciones fiscales y sus recurrentes escándalos).

Hace apenas unos días, el presidente del JNE, Roberto Burneo, hizo un llamado e invocó a los partidos a evaluar sus candidaturas, porque si algún postulante se encuentra inhabilitado o tiene una condena en primera instancia, “podría no pasar la calificación y perder la oportunidad de ser reemplazado”. Pero las organizaciones políticas suelen hacer oídos sordos a estas advertencias. Urge un tamiz interno que asegure postulaciones decentes. Sin embargo, hay muy pocas señales de que se esté avanzando en ese sentido.

Finalmente, la ciudadanía debe asumir que votar bien exige informarse. No basta con cumplir el deber: hay que entenderlo. Conocer quiénes postulan, qué proponen, qué experiencia tienen. Informarse es un acto de responsabilidad. La democracia se fortalece cuando los ciudadanos lo hacen. En buena cuenta, de ello dependerá que podamos romper el ciclo de deterioro institucional y gobiernos fugaces que erosionan el respaldo de la opinión pública a la democracia y que continuamente nos pone a la sombra de cualquier amenaza autoritaria.

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