Fuera de los aranceles y del uso político de la amenaza del proteccionismo, que merece un comentario aparte, la también reciente decisión de Donald Trump de congelar el trabajo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y poner en revisión todos los programas que esta entidad financiaba a nivel global ha generado una gran controversia en los últimos días. Ello dentro Estados Unidos como en el resto del mundo, incluyendo a nuestro país.
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Como se sabe, USAID es una agencia dedicada a la cooperación internacional. Es decir, a financiar proyectos públicos y privados en el extranjero que promuevan valores con los que el país cooperante, en este caso Estados Unidos, busca ser identificado, como la democracia, el libre mercado, o la protección del medio ambiente. Varios otros países, como Canadá, Alemania o Suiza, tienen programas similares con el mismo objetivo.
La semana pasada se desató una polémica en Perú luego de que Trump anunciara el congelamiento prácticamente inmediato de la ayuda global de USAID. Sobre todo luego de que se supiese de varias organizaciones que habían venido recibiendo financiamiento de esta agencia. La mayoría de estas ya lo había hecho público en sus respectivos espacios, pues el propio USAID así lo exige. Aun así, hubo organizaciones y personas a quienes pareció incomodarles el recordatorio.
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Está claro que la cooperación internacional es y siempre ha sido, aquí y en todo el mundo, una alternativa legítima y democrática de conseguir fondos para impulsar proyectos de interés público. Dicho esto, para que cualquiera que use este método pueda ganarse la confianza de un país, siempre debe hacerse el mejor esfuerzo porque esta cooperación sea transparente. En ese sentido, no se comprende cuál podría ser el motivo de incomodidad de que se recuerde esta información, pues de todos modos no debería haber nada que ocultar.
Más allá de la transparencia, la decisión de Trump –empujada por Elon Musk– de congelar USAID lamentablemente ya ha traído varias consecuencias negativas, tanto para su país como para el resto del mundo. Sobre todo por lo abrupto de la decisión: luego del congelamiento de los fondos, los trabajadores de la entidad en Washington D.C. recibieron un correo el fin de semana avisando que solo los trabajadores esenciales acudan a trabajar presencialmente el lunes. Más de 600 de ellos denunciaron ya haber sido bloqueados del sistema informático.
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Nuestra Cancillería ya ha respondido diciendo que confía en que la cooperación hacia nuestro país será adecuadamente evaluada. Pero lo cierto es que no está claro que ello vaya a ser así. Si algo es evidente hasta ahora, es que lo que las decisiones del nuevo presidente de Estados Unidos seguirán siendo impredecibles.
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