CRECIMIENTO. El PBI de marzo creció un magro 0.22%, con lo que el acumulado del primer trimestre fue una contracción de 0.43%, debido a los resultados negativos de enero y febrero. Estas tasas son respecto de los mismos periodos del 2022, cuando la economía nacional ya se estaba desacelerando, de modo que se podría afirmar que en los primeros meses de este año estuvo congelada.
Y las consecuencias son preocupantes: las expectativas de las empresas se mantienen muy cerca del límite del pesimismo en la mayoría de indicadores que mide el BCR en su encuesta mensual y no esperan mejores resultados en los sectores en los que operan sus negocios (Gestión 08/05/2023).
Otra consecuencia es el debilitamiento del consumo, a raíz del deterioro de la economía de las familias, lo que reduce las ventas de las empresas y perjudica su situación financiera, sobre todo de las micro, pequeñas y medianas –que no cuentan con un adecuado respaldo financiero–.
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Los bancos se pondrán más estrictos para otorgar créditos (Gestión 11/05/2023). No hay que olvidar que el anterior Congreso tuvo la brillante idea de decretar topes a las tasas de interés para créditos a mype y de consumo, lo que ya ha excluido del sistema financiero a agentes económicos que hoy están a merced de prestamistas informales.
El empleo es otro de los grandes perjudicados. En el periodo febrero-abril, ese indicador se redujo 3.5% en las empresas de 1 a 10 trabajadores, que son las que explican el grueso del empleo, lo que además grafica el golpe que han recibido por el congelamiento del PBI.
Ese dato corresponde a Lima, pues aún no hay cifras disponibles de este año para el resto del país –las del año pasado mostraban niveles más bajos que los del 2019–. El INEI dará a conocer su informe de empleo a nivel nacional en junio, al igual que el BCR con su Reporte de Inflación, que contendrá proyecciones macroeconómicas actualizadas.
Habrá que esperar si revisará a la baja su proyección de crecimiento del PBI (el MEF ya lo hizo) y cómo prevé que se comportarán otros indicadores como inversión privada, balanza comercial, déficit fiscal e inversión pública. El MEF ha cifrado sus esperanzas de recuperación de la economía en esta última actividad, así como en minería y turismo.
Sin embargo, en marzo, el avance de obras de los gobiernos locales se redujo 30.5% –son los que cuentan con mayor presupuesto frente a los gobiernos regionales y el Gobierno nacional–. Si El Niño lo permite, quizás los próximos meses no sean tan malos, y quizás el Gobierno de Dina Boluarte deje de ser tan malo.
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