CONSTITUYENTE. El último domingo, el pueblo chileno acudió a las urnas para elegir a los 50 miembros de su nuevo Consejo Constitucional.
Este organismo deberá analizar un texto base de una nueva Constitución propuesto por una comisión de expertos designada por el Congreso chileno en marzo y, tras debatirlo, aprobará una propuesta definitiva. Dicha propuesta será finalmente ratificada o rechazada por todos los chilenos el próximo 17 de diciembre.
Quizá la mayor sorpresa de la jornada, a juzgar por la reacción de la prensa chilena e internacional, fue la apabullante victoria de la derecha.
El Partido Republicano, de José Antonio Kast, obtuvo 23 de los 50 sitios. Así, si estos se suman a los 11 logrados por la derecha más tradicional de Chile Seguro, las derechas dominarían el Consejo con 34 de los 50 consejeros. La coalición de izquierda respaldada por el presidente Gabriel Boric, Unidad para Chile, solo alcanzó por su parte los 17 sitios restantes.
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Pese al resultado, sería un error que los nuevos consejeros se dejen llevar y no se esfuercen por aprobar un texto técnico, no ideologizado y que resulte aceptable para el chileno promedio. Ese fue justamente el error de la mayoría de izquierda en la última Convención Constituyente, cuya propuesta terminó siendo rechazada el año pasado, pese a también haber tenido un resultado auspicioso en el primer plebiscito.
Más allá de lo que ocurra al final, sin duda la sola puesta en marcha de esta segunda parte del proceso influirá mucho en lo que pueda ocurrir luego en el Perú, en donde si bien el pedido por una nueva Constitución sigue siendo menos fuerte, es innegable que ha crecido en varias partes del país.
Chile nos ha demostrado ya que es posible que la idea de una Constituyente sea primero apoyada con entusiasmo por la ciudadanía, pero que luego la propuesta final sea rechazada con el mismo entusiasmo si los constituyentes no logran ponerse en los zapatos del ciudadano promedio.
También que es posible que una Constituyente impulsada por la izquierda termine siendo dominada por la derecha. Además, con este proceso Chile sienta un precedente democrático, pues es importante apreciar que en ningún momento se ha pretendido quebrar el orden constitucional, como sí han propuesto hacer aquí algunos políticos de izquierda (convocando directamente a un plebiscito abierto sin reglas claras posteriores).
El camino que seguirá nuestro vecino del sur marcará cómo se siga desarrollando el debate sobre este tema en nuestro país durante los próximos meses. Nuestros políticas deben tomar nota. Que no se les pase el tren.
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