El nivel de gravedad al que ha escalado la crisis política –más aún tras los lamentables hechos ocurridos el fin de semana, que dejaron el trágico saldo de una persona fallecida más–, hace que resulte comprensible que gobernantes de otros países expresen su solidaridad y preocupación por lo que pasa. Sin embargo, incluso desde un inicio, pero con más fuerza durante la reciente VII Cumbre de la CELAC, líderes de un grupo de países con gobiernos de izquierda han ido más allá y han hecho afirmaciones irresponsables que no solo son falsas, sino que tienen el potencial de agravar más nuestra crisis.
Quizá el más vocal hasta el momento ha sido el presidente colombiano, Gustavo Petro, quien además de expresar solidaridad con los fallecidos y llamar a respetar los derechos humanos (cuestiones bastante razonables), ha sugerido varias veces sin base alguna que el expresidente Pedro Castillo fue depuesto por un supuesto golpe de Estado (sin explicar cómo así ni reconocer el golpe que sí intentó dar el propio Castillo). También ha dicho que su intento de cerrar el Congreso tenía respaldo constitucional (completamente falso) y que no había razones para detenerlo (ignorando otra vez su intento de golpe). Durante la CELAC, Petro insistió en estos puntos, al reclamar sobre “por qué tienen que haber golpes parlamentarios” y “por qué presidentes elegidos popularmente hoy están presos”.
También durante la CELAC, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, condenó “el golpe de Estado en Perú”, expresó su “solidaridad con el presidente legítimo electo Pedro Castillo” y demandó “su inmediata liberación”. Asimismo, en un video transmitido en el mismo evento, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador insistió en su ya conocida postura de negar cualquier accionar negativo de Castillo y que por tanto está injustamente detenido.
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Así, estos gobernantes obvian completamente el hecho indiscutible de que Castillo buscó dar un golpe de Estado que no solo implicaba cerrar el Congreso, sino tomar control del sistema de justicia y declarar un toque de queda a nivel nacional. Pero lo más lamentable de todo es que afirmaciones como las citadas, hechas por jefes de Estado, tienen el potencial de crear más confusión y de alimentar discursos equivocados, agravando más la crisis.
Tanto la Cancillería como nuestros embajadores en dichos países harían bien en preocuparse por hacer una mejor labor comunicativa que hasta ahora para explicar mejor la complejidad de la situación que hoy vive nuestro país, más allá de otras respuestas diplomáticas. Urge mejor información y más responsabilidad.
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