En noviembre, el déficit fiscal anualizado equivalió a 3.9% del PBI. Con ese resultado, se cumplieron siete meses consecutivos de desequilibrio fiscal bordeando el 4% del PBI, nivel demasiado elevado para una economía que enfrenta un crecimiento débil –lo que se traduce en una baja recaudación tributaria– y un Congreso que ha optado por el desenfreno en la aprobación de proyectos de ley que incrementan el gasto público. La gran pregunta es qué hará el MEF para que el déficit cierre el 2024, por lo menos, en un nivel cercano al que proyecta el BCR (3.3% del PBI), ya que la meta que usó para el Presupuesto 2025 es inalcanzable (2.8% del PBI), salvo que ocurran “milagros navideños”.
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Está descartado el mágico incremento de la inversión pública, que un nutrido grupo de titulares pasados del MEF aplicaba en diciembre, pues lo que ahora se necesita es reducir gastos, tanto los de capital y, si se puede, los corrientes. Ya en noviembre hubo cierto giro de tendencias: la inversión pública se redujo 4.8% y los dos niveles de gobierno con mayor presupuesto fueron los que recortaron: el nacional –ministerios y agencias adscritas– y los municipios. El gasto corriente creció 0.8%. No se puede hacer mucho en este caso, pues el engrosamiento de los gastos rígidos, es decir, que no pueden ser reducidos, y que el Congreso continúa elevando.
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A falta de un mes para que culmine el año, y para no quedar tan mal, no debería causar sorpresa que el MEF recurra a soluciones “maquilladoras”, tales como reducir drásticamente la inversión pública de este mes. Dado que se trata de montos devengados y no de ejecución de obras propiamente dicha, podría trasladarlos para inicios del próximo año. También podría realizar más emisiones de bonos soberanos que en meses anteriores. El MEF está usando esta herramienta para financiar el déficit fiscal, aparentemente sin estar muy preocupado por trasladar el problema del pago de esa deuda a futuros gobiernos (y a los contribuyentes).
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Una medida “creativa” que aplicó el anterior titular del MEF, Alex Contreras, fue decretar la transferencia adelantada de S/ 1,000 millones a cuenta de las utilidades del Banco de la Nación. El cargamontón que recibió fue casi unánime, de modo que si a José Arista le queda algo de la prudencia que exhibía cuando asumió el MEF, no sería aconsejable ponerse innovador.
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El PBI aumentó 3.38% en octubre, tasa modesta teniendo en cuenta que la comparación fue octubre del 2023 (el PBI se contrajo 0.73%). Un crecimiento anual de 3% no será suficiente para mantener déficits fiscales moderados.
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