Regionalización. El último domingo, el alcalde provincial de Piura, Gabriel Madrid, anunció que tanto él como varios de sus colegas burgomaestres distritales y provinciales en dicha región iniciarían un paro en contra del Gobierno Nacional, con el fin de protestar por el abandono en el que este habría dejado a Piura desde hace varios lustros. Es decir, desde mucho antes incluso del inicio de los Gobiernos de Dina Boluarte y Pedro Castillo.
El reclamo de estos líderes ediles contrasta, no obstante, con invocaciones como la emitida por el MEF este mismo domingo, en la que llamó a los gobiernos regional y locales de Piura a ejecutar con mayor celeridad los recursos que les han sido reasignados para atender las emergencias. De acuerdo con el Gobierno Nacional, del total de estos recursos (más de S/94 millones), hasta el domingo los gobiernos regional y locales piuranos solo habrían ejecutado el 13%.
Lo cierto es que la innegable e injustificable falta de preparación con la que las recientes lluvias han sorprendido a varias zonas del país son sin duda responsabilidad, en distinta medida, tanto del Gobierno Nacional (por ejemplo, por hechos como una posible insuficiente priorización o facilidad en la transferencia de los recursos) como de los gobiernos regionales y municipales.
Sin embargo, quizá en lugar de seguir discutiendo sobre en quién descansa una mayor proporción de la culpa de que hoy estemos como estamos, deberíamos aprovechar este llamado de atención para detenernos a revaluar hacia dónde estamos yendo y cómo salir de donde estamos ¿Qué ha fallado y qué deberíamos mejorar en nuestro procesos de regionalización? ¿Vale la pena hacer ajustes? Hoy no parece haber un norte claro.
La regionalización que inició en el país hace más de 20 años ni siquiera ha culminado del todo aún. Seguimos en proceso de transferir competencias desde el Gobierno Nacional. No obstante, lo avanzado ya permite notar varios problemas.
La mayor autonomía funcional no ha llegado de la mano con una mejor calidad de obras y servicios regionales y locales. Lamentablemente, sí con más corrupción. El modelo actual, además, incentiva a cada municipio (distrital o provincial) a velar por sus propios intereses. Y en un país sin partidos políticos institucionales, el interés de cada gestión edil puede depender de fuerzas políticas o clientelares distintas.
Esto último lo vemos ahora en Piura, por ejemplo, en donde hoy varios gobiernos locales enfrentan incentivos para no gastar su presupuesto de emergencia, pues esto implicaría que pierdan liquidez para otros proyectos a corto plazo, hasta que el MEF los reembolse.
Queda claro que lo que tenemos hoy no funciona. ¿Pero qué hacer a futuro?.
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