China planifica para el corto, mediano y largo plazo, y pone en marcha esos planes. En cambio, el Perú los mantiene en el papel, pese a que a lo largo de los años se han creado agencias orientadas a plantear políticas para pasar del crecimiento económico al desarrollo socioeconómico. ¿Cómo así un país que piensa en su futuro decidió establecer relaciones económicas estrechas con uno cuyos gobiernos, sobre todo los más recientes, solo han pensado en el presente?
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La respuesta son las materias primas. Desde que a inicios de los 90, la estatal china Shougang adquirió Hierro Perú, su país puso la mira en la inversión en minería y en la importación de metales como el cobre. Es por ello que nuestra economía fue una de las más beneficiadas con el boom inmobiliario chino, pero cuando este se estabilizó, el PBI peruano comenzó a desacelerarse, hace unos siete años. A partir de entonces, China ha incursionado en más sectores productivos del país, entre ellos electricidad y transporte, acorde con sus planes de diversificación de mercados.
En entrevista con Gestión (ver la edición de ayer), el embajador chino en Perú, Song Yang, señaló que consideran al país “uno de los pilares” de su relación con América Latina. Por ejemplo, es el segundo destino de inversión china en la región y el TLC bilateral, que entró en vigencia el 2010, ha permitido que el gigante asiático sea nuestro principal socio comercial –en el intercambio de bienes, pues en el de servicios, Estados Unidos conserva el liderazgo–.
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En suma, no se trata de que el Perú esté bajo el mando de visionarios, sino de su ventaja comparativa como proveedor de bienes que la economía china necesita y necesitará. Al respecto, el embajador también destacó el potencial de las exportaciones no tradicionales, pues China tiene 400 millones de consumidores de clase media. El puerto de Chancay es otro baluarte de los planes chinos en nuestro país y en la región: según analistas extranjeros, contribuirá con asegurar la seguridad alimenticia de esa economía, cuyos requerimientos nutricionales seguirán en aumento, a la par de su población.
Quizás una ventaja de la planificación china sea que es un Estado unipartidista –aunque hay Estados multipartidistas con economías más avanzadas–, pero eso no debe librarla de las reglas que el Perú impone a la actividad empresarial, ya sea en inversión como en producción (el caso de la pesca de pota requiere más escrutinio). Además, China ha cometido errores con consecuencias globales, como su política de “cero covid”. Ojalá no se equivoque con el Perú.
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