RECONSTRUCCIÓN. La creación de la Autoridad Nacional de Infraestructura anunciada por la presidenta Dina Boluarte y confirmada por el ministro de Economía, Álex Contreras, la semana pasada sería una realidad dentro de poco, pues el presidente del Congreso, José Williams, ha señalado que se le dará celeridad al proyecto de ley respectivo.
Es que en el Perú, los grandes anuncios suelen tomar la forma de leyes. Lo que es casi imposible es pasar del papel –y las buenas intenciones– a la acción, pues el principal problema no es lo que disponen las normas sino la ineptitud e indiferencia de quienes tienen la responsabilidad de hacerlas cumplir. Otra perniciosa característica es cambiar de nombre a entidades, asignarles nuevas funciones que otras ejercieron con escasa eficiencia o “resucitarlas”.
Y la futura agencia encaja en ese perfil. En buena cuenta se encargará de lo que hoy hace la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC), pero ya no en trece departamentos sino en todos, y con oficinas en cada uno. Además, construirá “obras emblemáticas” que es lo que hoy hacen varios ministerios y trabajará en el mejoramiento de la cuenca del río Rímac, que está a cargo de varias entidades. Más o menos será como revivir al Ministerio de la Presidencia, que fue desactivado el 2002 a raíz de la puesta en marcha del proceso de descentralización.
Sus funciones fueron reasignadas a otros ministerios así como a los flamantes gobiernos subnacionales, con los mediocres resultados que se pueden ver dos décadas después. Y aunque en su gran mayoría los gobiernos regionales y locales no destacan por su eficacia para reconstruir infraestructura dañada por desastres naturales ,mucho menos para prevenir y reducir su impacto, el Ejecutivo tendrá que ser cuidadoso con las funciones que le asigne a su nueva entidad, sobre todo con su manejo presupuestario, pues en la práctica sería como volver a centralizar parte de la inversión pública.
Para justificar su idea, el Gobierno ha cargado contra la ARCC, creada el 2017 tras el El Niño costero de ese año. Avanzó en lo urgente, que era reconstruir carreteras, puentes, colegios, centros de salud y comisarías.
Pero lo hacía con lentitud hasta que el 2020 se transfirió la gestión al Gobierno de Reino Unido. Lo que no ha caminado es la parte “con cambios”, sobre todo porque las obras de prevención están a cargo de ciertos ministerios y de los gobiernos regionales de los departamentos del ámbito de la ARCC. ¿Funcionará la nueva autoridad? Ojalá, pero los antecedentes no despiertan mucho optimismo.
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