Al momento de elaborar el contenido de esta columna, la sala situacional de mpox (viruela símica), registraba 77 casos confirmados a nivel nacional, la mayoría (58) localizados en la provincia de Lima, con datos actualizados al 14 de agosto. En dicha fecha, coincidentemente, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, declaró que el recrudecimiento del mpox en países del África es una emergencia de salud pública de importancia internacional.
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El Ministerio de Salud (Minsa) ha informado que el Perú no registra la nueva variante del mpox. Sin embargo, emitió una alerta epidemiológica en prevención ante el nuevo linaje de dicha viruela, que recomienda fortalecer las acciones de vigilancia y adecuar los servicios de salud para atender a las personas que puedan resultar afectadas. Es una medida relevante, pero de nada servirá sin acciones más concretas en caso ello se complique. La preocupación no es gratuita, si revisamos experiencias recientes.
Según datos del CDC del Minsa, recogidos por El Comercio, hasta la semana epidemiológica 32 del 2024 (del 4 al 10 de agosto), se registraron 260,159 contagios y 242 fallecidos a causa del dengue. Hubo un momento en el que las deficiencias en la contención del dengue llevaron a Perú a ser el tercer país de la región con más casos, por detrás de gigantes como Brasil y Argentina, pero delante de Colombia y Paraguay. También se ha reportado que el avance del uso de recursos ha sido lento en las regiones del país con más casos.
Ayer el ministro de Salud, César Vásquez, dijo que, si bien en estos momentos no está en una fase activa, “la epidemia del dengue ha sido controlada” y que en su pico más alto se registraban hasta 21,000 casos nuevos por semana y ahora solo 104. Matizó lo dicho, afirmando que no eran triunfalistas. Esas declaraciones, tan ligeras, no parecen tomar en cuenta el descontrol registrado entre el 2023 y el 2024 ante una epidemia que se ha agravó como nunca. Y menos aún de la pandemia del covid-19, tan letal en el Perú. ¿Es que no hemos aprendido nada?
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Una posible amenaza a la salud pública siempre nos recordará lo frágil de nuestro sistema. Y lo poco que se avanza en cambiar esa realidad. El Minsa debería ser más activo en informar al detalle las medidas y avances en prevención y también en cuanto al acondicionamiento de los centros de salud, así como el uso de recursos para dichos fines. Los gobiernos subnacionales a cargo, que manejan una parte importante del reducido presupuesto para combatir males endémicos, también deberían proceder de la misma manera. Y esto es solo una pequeña parte de todo lo que hay por mejorar.
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