La semana pasada, el Ejecutivo aprobó y envió al Congreso el proyecto de Ley del Presupuesto Público 2025. Asciende a S/ 251,801 millones, 4.5% más en términos nominales que el presupuesto de apertura del presente año. El titular del MEF, José Arista, dijo que el proyecto “se caracteriza por ser descentralista y priorizar gastos de capital”. Generalmente, se presta mucha más atención al gasto público, mientras que la parte que lo sustenta –los ingresos públicos– suele pasar casi desapercibida. ¿Cómo se financiará el presupuesto? ¿Cuán factible es contar con los ingresos para gastar todo lo que el Gobierno ofrece?
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Basado en los supuestos de que, el próximo año, el PBI crecerá 3.1% y el déficit fiscal será de 2.2% del PBI, el proyecto del Presupuesto calcula que el 66.3% de los ingresos públicos se financiará con recursos ordinarios (impuestos nacionales), 17.9% con recursos determinados (como canon, sobrecanon e impuestos municipales) y 3.3% con recursos directamente recaudados y administrados por entidades estatales y donaciones. El monto restante, equivalente a 12.5% del total, provendrá de “operaciones oficiales de crédito”, es decir, de nueva deuda pública –por S/ 31,391 millones–. Pero podría ser más.
Junto con el proyecto de Ley del Presupuesto, el Ejecutivo envió los proyectos de ley de Equilibrio Financiero y de Endeudamiento del Sector Público (los tres deben ser aprobados como un paquete único por el Congreso). El de endeudamiento fija los montos máximos de deuda pública que se puede concertar. Para el 2025, el citado proyecto contempla un máximo de US$ 2,700 millones en deuda externa y S/ 37,693 millones en deuda interna. Ambos superan lo fijado en la ley correspondiente al presente año (US$ 2,572 millones y S/ 27,089 millones, respectivamente). Se trata de un incremento de más de S/ 10,000 millones, en términos nominales.
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Cabe preguntarse si el Gobierno está apostando por un mayor endeudamiento para el 2025, en caso de que la recaudación tributaria no cumpla con sus proyecciones y tenga necesidad de cubrir la resultante brecha para alcanzar la meta de déficit fiscal. Si bien las tasas de interés en mercados financieros externos están bajando –pronto se sumaría Estados Unidos–, no están al nivel prepandemia. Además, la calificación crediticia del Perú se ha deteriorado, tanto por la fragilidad del Gobierno de Dina Boluarte, como por la incertidumbre política y el descarrilado accionar del Congreso. Será más caro endeudarse, así que lo mejor es seguir hablando de cuánto se gastará.
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