El aeropuerto de Cusco estuvo cerrado por dos días en enero ante la escalada de la protesta en esa ciudad. Ante ello, se reporta menos visita de turistas extranjeros.  (Foto de Iván Flores / AFP)
El aeropuerto de Cusco estuvo cerrado por dos días en enero ante la escalada de la protesta en esa ciudad. Ante ello, se reporta menos visita de turistas extranjeros. (Foto de Iván Flores / AFP)

La violencia es injustificable. Quemar un aeropuerto, las maquinarias de una operación minera o un auto de la Policía con un oficial adentro no se enmarcan dentro de un legítimo derecho de protesta. Y frente a las decenas de fallecidos por la represión de las protestas y los actos vandálicos —cada vez más los segundos que los primeros—, no es insensible hacer un recuento económico de las pérdidas, porque estas afectan a todos los peruanos, sobre todo a los que menos tienen.