Empleo. El año pasado, el mercado laboral peruano mostró cierta mejoría respecto del 2021, pero siguió rezagado respecto del 2019, el año previo a la pandemia. A pesar del desastroso Gobierno de Pedro Castillo y del errático manejo económico, no tanto en el MEF pero sí evidente en ministerios como Trabajo, Transportes, Vivienda, Producción, Comercio Exterior y Agricultura, la PEA ocupada aumentó 3.7%, lo que incidió en la reducción del desempleo, que pasó de 5.7% a 4.3%, tasa que provocaría la envidia de países desarrollados.
Ese dato corrobora que en el Perú el mayor problema laboral no es la falta de puestos de trabajo, sino la escasa disponibilidad de empleos de calidad.
Dos indicadores lo mostraron con elocuencia: empleo adecuado y empleo formal en el ámbito urbano. En el primer caso, la mejora respecto del 2021 fue 8.8%, pero aún se encontraba rezagado en 3% comparado con el empleo adecuado del 2019. En el segundo caso, la mejora fue mayor (9.5%), pero también lo fue la diferencia con respecto a los niveles prepandemia, pues el empleo formal se contrajo 7.8% respecto del 2019.
Estamos hablando de la situación reciente comparada con la de hace tres años, y de que el subempleo y el trabajo informal persisten, aunque eso no debería sorprender si se tiene en cuenta la obcecación del Ejecutivo (y del Congreso) por mantener una postura hostil frente a la iniciativa empresarial formal. Si la inversión privada no aumenta, tampoco lo hará el empleo formal y adecuado, y las personas que conforman la PEA se verán obligadas a aceptar cualquier “chamba” disponible, sin protección social ni beneficios laborales.
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Quizás habría que sentir cierto alivio al saber que el ingreso mensual promedio del 2022 aumentó 10%, respecto del 2021, pues fue superior a la inflación, tanto en Lima como a nivel nacional, pero respecto del 2019 mostró una reducción de 0.4%, que no es tan pequeña si se toma en cuenta que se trata de soles corrientes; es decir, sin incluir el efecto de la inflación. En los últimos dos años, la inflación ha tenido un efecto negativo considerable sobre el poder adquisitivo.
El mercado laboral es el primero en recibir los golpes de una crisis económica y el último en recuperarse cuando la economía alcanza niveles previos a recesiones o desaceleraciones. Los bloqueos de carreteras y otros actos vandálicos generaron una crisis que resultó en la caída del PBI en enero, y los embates del ciclón Yaku más la presencia de El Niño costero significarán más daños a la economía. Son malos augurios para el empleo.
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