PBI. La economía nacional no sale del enfriamiento en que se encuentra desde el año pasado. A factores endógenos como el mal manejo de las expectativas, el alza de las tasas de interés, la tensión social y los esperados traspiés en la inversión pública, se suman factores exógenos como la ocurrencia de anomalías climáticas y el debilitamiento de la demanda externa. El impacto de todas esas variables se sintió fuertemente en mayo, pues según el INEI, el PBI descendió 1.43%, respecto de mayo del 2022, tasa que fue superior a las contracciones registradas en enero y febrero.
Excluyendo la recesión inducida por la pandemia, en el 2020, la reducción del PBI de mayo fue la más pronunciada desde julio del 2009 (1.39%), cuando el mundo experimentaba los efectos de la crisis financiera. Gracias a una gestión adecuada de las políticas monetaria y fiscal, más una sólida regulación del sistema financiero, la economía peruana evitó entrar en recesión, como sí lo hicieron muchas otras emergentes, e incluso avanzadas.
Pero la crisis actual tiene componentes distintos: además de la debilitada confianza de los agentes económicos en el Gobierno (ni qué decir del Congreso), que se traduce en la caída de la inversión privada –el BCR ha revisado a la baja su proyección de disminución de ese indicador, de 0.5% a 2.5%–, figura la incertidumbre en torno a los daños que ocasionará El Niño que se avecina y a cómo responderán los gobiernos regionales y locales. Estas dudas tienen su asidero en dos realidades: su inversión se contrae durante su primer año (porque están en “periodo de aprendizaje”) y su reacción ante desastres naturales es tardía, en el mejor de los casos.
Los datos de mayo lo confirman, pues la inversión de gobiernos regionales y locales disminuyó 8.04% y 28.18%, respectivamente. Pese a que la inversión del Gobierno Nacional aumentó (24.79%), no bastó para que el resultado del componente público del sector construcción fuese positivo. Y la contracción de su componente privado (11.88%) refleja la preocupante situación de la inversión de empresas y familias. Esto continúa impactando negativamente en rubros industriales como metalmecánica, aserrado de madera y cemento, que se sumaron a la menor producción de harina de pescado y de productos de exportación no tradicional, para hacer de la manufactura el sector con mayor incidencia en el desalentador PBI de mayo.
El acumulado de los primeros cinco meses fue una reducción de 0.49%. No sorprende, entonces, que las proyecciones del PBI para este año continúen siendo revisadas a la baja.