RECESIÓN. El MEF ha dado un nuevo giro a su “estrategia” de comunicación. Hasta julio, su titular, Álex Contreras, aseguraba que la economía peruana empezaría a recuperarse en el tercer trimestre. Pero resulta que tanto el PBI de julio como el de agosto se contrajeron, respecto de los mismos periodos del 2022, y a tasas bastante pronunciadas. Hace dos semanas, Contreras admitió lo obvio –porque fue al Congreso a pedir una ampliación del gasto público–. Y la semana pasada, el MEF comenzó a intentar calmar a la población y, al mismo tiempo, desembarazarse de la responsabilidad.
El nuevo mensaje es que la recesión ha sido causada por El Niño costero, el ciclón Yaku y los conflictos sociales, además de la desastrosa gestión de Pedro Castillo –de la que formó parte la presidenta Dina Boluarte, como titular del Midis–. Todo eso es cierto, pero también es cierto que el Gobierno tardó demasiado en reaccionar para mitigar el impacto de esos eventos, así como para prevenir los venideros efectos de El Niño global, y que se apostó por la inversión pública y el gasto corriente como únicos impulsores de la reactivación. También hay que tener en cuenta que por más que el MEF diseñe un programa fiscal eficaz, las entidades que lo ejecutan no destacan por su eficiencia, tanto ministerios como gobiernos regionales y locales. Estos dos últimos niveles se encuentran en “periodo de aprendizaje”, lo cual se evidencia en los alarmantes retrasos de las obras de prevención.
Encima, se ha tratado de pasarle la responsabilidad “de taquito” al BCR. El viceministro de Economía, Juan Pichihua, dijo en el Congreso que “una alta tasa de interés, obviamente, no es un incentivo para la reactivación”. Sin embargo, lo más curioso es el argumento para llamar a la calma: la recesión es temporal (o “coyuntural”). Por supuesto que lo es. Lo crucial es asegurarse que dure lo menos posible y que sus consecuencias no sean desastrosas. Lamentablemente, eso no está ocurriendo, ni a nivel sectorial ni departamental. Muchos sectores llevan meses con resultados negativos (agro, manufactura, construcción, etc.).
Además, no es lo mismo que el PBI se contraiga dos trimestres seguidos, como le sucedía a seis departamentos, hasta junio, según el INEI, o que su caída se prolongue por más tiempo, como en Lima y Junín (tres trimestres), Ayacucho (cuatro), o Huancavelica y Junín (siete, o sea, casi dos años). El PBI de Amazonas creció en el segundo trimestre, tras un año en rojo. El consecuente aumento de la pobreza y la mayor precarización del empleo no serán temporales.