NUEVO GABINETE. César Villanueva presidirá desde hoy el Consejo de Ministros. Será su segunda vez –estuvo cuatro meses a mediados del mandato de Humala y renunció en protesta por las intromisiones de Nadine Heredia–, se espera que en esta ocasión permanezca más tiempo, que su experiencia contribuya con enfriar los ánimos de enfrentamiento político y que logre que el nuevo Gabinete trabaje, como él ha prometido, para “luchar contra la corrupción y levantar la economía”.

La afinidad entre el presidente Vizcarra y Villanueva augura un buen inicio. Ambos figuran entre los poquísimos casos exitosos de gobernadores regionales y han declarado que acercarán el Estado a las provincias. El flamante premier ha recibido el “respaldo” de la oposición en el Congreso, que no olvida que él promovió la segunda moción de vacancia contra PPK.

Durante la reciente crisis política, Villanueva envió un tuit justificando su posición: “Tenemos que aprender a tener gobernantes que nos digan la verdad”. También declaró que no aceptaría ser ministro de Vizcarra, pero, por lo visto, el presidente posee un poder de convencimiento destacable. De lo que Villanueva no puede retractarse es de su llamado a escuchar a “todas las voces” con respecto a la institucionalización del país.

Por lo pronto, ha adelantado que dialogará con todas las bancadas. En vista de que también incluyó en ese llamado al “ciudadano de a pie”, habrá que estar atento a las acciones que tomará para cumplir su palabra. Es que el desánimo de la población sigue empeorando: según la última encuesta de GfK, el Índice de Confianza del Consumidor bajó a 80 puntos en marzo, marcando su quinto mes consecutivo de descensos, percepción negativa que es más pronunciada en el interior del país y en los NSE de menores ingresos.

Un grupo con el que el Gobierno tiene que conectar rápidamente es el de jóvenes. Villanueva mostró su rechazo al proyecto de ley de Bartra sobre cambios en el periodo formativo laboral y en un tuit agregó: “Legislemos a favor de nuestros jóvenes”. Ahora tendrá la oportunidad de promover una normativa orientada a reducir el 20% de desempleo y el 80% de empleo informal que afecta a ese colectivo.

El Gobierno cuenta con un margen de maniobra reducido y cualquier error pondrá fin a la “luna de miel”. Por ello, tendrá que priorizar sus objetivos y mostrar acciones concretas para que la opinión pública perciba que su situación mejorará. El mandato de Vizcarra terminará el año del Bicentenario, de modo que su deber es darles a los peruanos motivos para celebrarlo.