PARTIDOS. A fines de la semana pasada, el empresario Carlos Neuhaus fue elegido como el nuevo presidente del Partido Popular Cristiano (PPC). Neuhaus, además de haber sido presidente del comité organizador de los Juegos Panamericanos Lima 2019, presidente de la Federación Deportiva Nacional de Tabla y de ser actual vicepresidente de la Sociedad Nacional de Construcción e Infraestructura, ha sido también miembro de la mencionada agrupación política desde la década de 1980.
Sobre todo a partir de su éxito con los Panamericanos, Neuhaus es percibido como un líder que conoce los sectores público y privado y que es capaz de encabezar un proyecto social ambicioso. Dicho esto, el reto de restaurar la vigencia de un partido político tradicional como PPC es uno muy diferente a los que el empresario ha sabido enfrentar hasta ahora. Y uno considerablemente más complejo, en tanto esta vez su éxito dependerá incluso más que antes de demasiadas variables que no están bajo su control.
Hasta la primera década del nuevo milenio, el PPC era por lejos uno de los principales partidos políticos del país. Más allá de su intermitencia durante el gobierno de Alberto Fujimori, cuando la popularidad de este último eclipsó a los partidos tradicionales, los pepecistas habían estado presentes como una de las principales fuerzas políticas en todas las elecciones generales desde 1980. Y, de hecho, hasta el 2016 siempre habían tenido representación en el Congreso.
Desde entonces, sin embargo, el PPC no solo ha perdido su inscripción ante el Jurado Nacional de Elecciones, sino que su popularidad y peso en la agenda pública se ha desplomado. Fuera de ello, tampoco ha logrado volver a impulsar desde sus filas a algún otro líder carismático que logre conectar con un sector importante de la ciudadanía, como alguna vez lo hicieron Luis Bedoya Reyes o Lourdes Flores Nano.
Así las cosas, quizá el principal reto de Neuhaus será justamente ese: reconstruir una institución lo suficientemente sólida, confiable y conectada con el país como para ser capaz de generar ese tipo de líderes. Líderes comprometidos con la reglas democráticas y los valores tradicionales del partido, pero que sean también capaces de conectar con las necesidades más urgentes de la población y de ofrecerles soluciones realistas.
En un país al que los politólogos denominan como una democracia ‘sin partidos’, el regreso de un jugador institucional tan importante como el PPC podría ser una buena noticia, siempre que logre convertirse en un actor democrático estable y predecible. Y que evite enfrentamientos internos como los que hoy aquejan a Acción Popular.
Es también saludable ver a profesionales destacados como Neuhaus incorporarse en política. Por el bien del país, esperemos que tenga éxito.