Este domingo, Argentina celebró sus elecciones generales para presidente y Congreso. El resultado de la contienda presidencial obligará a celebrar una segunda vuelta (el 19 de noviembre) entre los dos candidatos que obtuvieron más votos en la primera. La sorpresa, sin embargo, se ha dado en el orden de los resultados: en primer lugar quedó Sergio Massa (37%) –quien es ministro de Economía en el actual Gobierno peronista de Alberto Fernández– y, en segundo, el outsider opositor Javier Milei (30%). Tercera quedó la candidata de Juntos por el Cambio (de Mauricio Macri), Patricia Bullrich (24%).
¿Qué puede explicar que en un país en crisis económica permanente, con inflación anualizada de 140%, pobreza de 40% y en el que no existe independencia del banco central, gane la primera vuelta el ministro de Economía? Son varios factores, tanto emocionales como racionales. Entre los primeros, por ejemplo, la fuerte identificación de muchos argentinos con el peronismo (algo que va mucho más allá de lo que representa el Gobierno actual) y el miedo a la figura de Milei, a quien muchos han considerado un peligro incluso mayor que Massa. A todo ello se suma que, en contraste con campañas anteriores, esta vez hubo dos candidatos importantes de oposición, quienes se dividieron los votos contrarios al peronismo.
Por el lado de los motivos racionales, hay que tener en cuenta que Massa utilizó su posición en el Gobierno para ganar adeptos vía medidas económicas populistas: reducción del Impuesto a la Renta, devolución del impuesto al valor agregado, entrega de bonos para ciertos segmentos de la población, etcétera. Argentina depende fuertemente de la presencia estatal. El sector público emplea a 3.5 millones de personas, de modo que ante las propuestas de Milei de eliminar ministerios y privatizar empresas estatales y hasta la educación, un buen número optó por votar por el statu quo. La participación de los electores aumentó casi diez puntos porcentuales respecto de las elecciones primarias, y casi todos esos votos adicionales fueron para Massa.
En este contexto y, considerando el enorme rechazo que generan en gran parte del electorado las dos opciones que han pasado a segunda vuelta, Argentina parece estar por vivir un tipo de campaña a la que los peruanos estamos bastante acostumbrados: definir quién es considerado por la mayoría como el mal menor. Quién de los dos genera menos miedo o rechazo entre quienes votaron por Bullrich. Pero más allá de quién gane, lo cierto es que el reto que tendrá en frente el próximo presidente argentino será gigantesco.