BUROCRACIA. En el Perú, existe la creencia de que la creación de ministerios (o la modificación de sus nombres) es la solución mágica a problemas sectoriales. Pero la experiencia ha demostrado que sin manejo programático ni respaldo político, es muy difícil que puedan cumplir los objetivos que les fueron asignados. En su discurso de investidura, el pasado 28 de julio, el presidente Pedro Castillo anunció la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, pero no se le prestó mucha atención.
Resultó que fue una de las poquísimas propuestas en las que el Gobierno se puso a trabajar. El proyecto de ley respectivo fue elaborado durante la gestión de Mirtha Vásquez en la PCM y enviado al Congreso el 25 de enero –fue una de sus últimas acciones como premier, pues dejó el cargo el 1 de febrero–. La Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología del Legislativo tomó la posta y tras dos meses de solicitar infructuosamente al Ejecutivo la sustentación del proyecto, por fin lo logró el 29 de marzo. Esa señal de desinterés también se observó en las entidades a las que se pidió opinión.
Por ejemplo, y a pesar de que el Mincti (esas serán sus siglas) tendrá que trabajar en coordinación con las universidades, de las 91 que fueron consultadas por dicha comisión (todas licenciadas por Sunedu), solo 15 respondieron. Lo notorio es que de estas, siete no estuvieron de acuerdo. También se solicitó la opinión de dos gremios empresariales –SNI y la Asociación de Gremios de la Pequeña Empresa–, pero ninguno respondió. Se obvió a otros que representan a empresas que innovan constantemente para mantenerse competitivas, sobre todo exportadoras. ComexPerú envió su opinión por iniciativa propia (se opuso), lo mismo que Confiep (planteó mejoras al proyecto).
Quizás esa modesta convocatoria se explique, en parte, porque las entidades dudan de que un nuevo ministerio convierta al Perú en émulo de Alemania o Israel en materia de investigación científica. Y el proyecto de ley tampoco lo asegura, pues se limita a describir funciones y otras generalidades de índole burocrática, incluyendo dos viceministerios con nombres bastante pomposos.
Asimismo, entre los argumentos para la creación del Mincti figura la debilidad institucional del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec). ¿No hubiese sido más eficiente y menos costoso reforzar la labor de esta agencia y darle respaldo político? Por cierto, el Mincti les costará a los contribuyentes más de S/ 540 millones en sus primeros siete años. ¿Valdrá la pena?