Editorial de Gestión. Entidades como la Sutran o la ATU hasta el momento no han estado a la altura de la fiscalización que se necesita”.
Editorial de Gestión. Entidades como la Sutran o la ATU hasta el momento no han estado a la altura de la fiscalización que se necesita”.

TRANSPORTE. La forma en que ha crecido el país y sus ciudades hace indispensable el uso de algún tipo de transporte para realizar un sinnúmero de actividades. Las personas no necesariamente viven cerca de comercios, hospitales y mucho menos de sus centros de trabajo. Por eso en la reactivación de la economía el transporte juega un papel vital.

El transporte aéreo será uno de los últimos en reactivarse y seguramente tendrá que ser a nivel interno, pues los viajes al exterior dependen de otros países.

En el transporte urbano -que nunca paralizó totalmente sus actividades-, ya sea través de buses, taxis o vehículos menores, el cumplimiento de los cuidados sanitarios sigue siendo una preocupación constante. Mantener el distanciamiento y que los vehículos funcionen a la mitad de su capacidad no es fácil de conseguir. Al punto que la Autoridad de Transporte Urbano (ATU) ha indicado que harán un monitoreo diario, en distintos puntos de la ciudad, para asegurar que los vehículos cumplan con las reglas de desinfección y la ejecución de los protocolos de salubridad.

Estos cuidados se exigen desde el primer día y aun con las fiscalizaciones que se realizan los incumplimientos se mantienen.

En el caso del transporte interprovincial, cuya reactivación está prevista para la tercera fase (en el mes de julio) no solo deberá estar sujeto al cumplimiento de los protocolos sanitarios, sino que seguramente habrá rutas permitidas y otras restringidas dependiendo de cómo se desarrolle la pandemia y de qué regiones se encuentren con mayor riesgo en ese momento.

También se deberá conocer cómo se ha comportado el transporte de carga, que no se paralizó y que poco a poco fue aplicando sus protocolos sanitarios.

No se trata de prohibir las actividades, sino de lograr un alto nivel de cumplimiento de las normas para mitigar los contagios y que el transporte no se convierta en un medio que agudice la pandemia.

Pero el mayor problema será el de la informalidad y la fiscalización. Desde antes de la pandemia el transporte informal ya existía y era combatido con muy poco éxito, y durante este periodo de cuarentena más de un informe ha dado cuenta del transporte informal no solo a nivel urbano sino también interprovincial, donde con una simple “coima” se violan las restricciones.

Lamentablemente, entidades como la Sutran o la ATU hasta el momento no han estado a la altura de la fiscalización que se necesita. Si bien la exigencia de los protocolos debe ser rigurosa y evitar en lo posible las autorizaciones automáticas, de nada valdrá el esfuerzo de las empresas formales si no se logra terminar o minimizar al transporte informal.

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