Editorial de Gestión. La responsabilidad política recae tanto en el exmandatario Vizcarra como en todos sus ministros. (Foto: Andina)
Editorial de Gestión. La responsabilidad política recae tanto en el exmandatario Vizcarra como en todos sus ministros. (Foto: Andina)

PANDEMIA. El grupo de trabajo creado por el Gobierno para revisar las cifras de personas fallecidas a causa del covid-19, culminó su labor y encontró que las cifras reales son casi el triple de las cifras oficiales. Así, al 22 de mayo, el total de muertos fue establecido en 180,764 (las cifras oficiales contabilizaban 69,342), y con ello Perú tiene el mayor número de fallecimientos por covid-19 en el mundo en relación con el tamaño de su población.

Una mirada más fina a las cifras precisa que la segunda ola de covid-19 causó más muertes en el país, lo que deja en evidencia la responsabilidad del expresidente Martín Vizcarra y sus gabinetes. Si bien la llegada de la pandemia fue una sorpresa y todas las medidas adoptadas tuvieron que darse en la marcha, lo cierto es que pasados los primeros meses tanto la experiencia propia como la que se desprendía de lo que se vivía en otros países eran más que suficientes para reconducir los planteamientos iniciales y prepararse para hacerle frente a una segunda ola. Lamentablemente, nada de eso se hizo y, por el contrario, no solo no se buscó ayuda de terceros (sector privado), sino que se rechazó la ofrecida, se deshabilitó mucho del trabajo iniciado en la primera ola (como contratación de personal) y se perdió tiempo sin concretar la compra de vacunas.

Vizcarra y su gabinete no solo ahondaron la crisis sanitaria, sino que no supieron hacerle frente a la crisis económica, y la responsabilidad política -a futuro se tendrá que juzgar si también hay otro tipo de responsabilidades- recae tanto en el exmandatario como en todos sus ministros, estuvieran o no de acuerdo con las medidas adoptadas, pues nunca expresaron su oposición.

Por ello, es de destacar la labor del presidente Francisco Sagasti que, si bien inicialmente se distrajo en una reforma policial que no era prioritaria, luego recuperó la iniciativa y no solo dio luz verde al grupo de trabajo para sincerar las cifras, sino que aceleró el paso en la adquisición de vacunas y el proceso de vacunación en el país. Un proceso que si bien no está exento de problemas, se viene realizando adecuadamente, pues el ritmo de vacunación se acelera semana a semana. En este aspecto y dado que el número de peruanos por vacunar aumentará conforme baje la edad, sería importante replantear la búsqueda de apoyo del sector privado para aumentar el número de centros de vacunación y de personal puesto a disposición del Estado para la tarea.

Que este sinceramiento pueda ayudar a reducir la ­desesperanza de la ciudadanía y logre sanciones para los responsables.