AGROEXPORTACIÓN. El principal sector de exportación no tradicional (XNT) es el agrícola. Esa posición de liderazgo fue el resultado de un largo proceso, que comenzó a fines de los 90, en el que confluyeron la iniciativa privada, la promoción en el extranjero y la geografía. Desde el 2009, las agroexportaciones son las mayores generadoras de divisas entre las XNT. A la par de ese crecimiento (sus envíos al exterior pasaron de US$ 1,819 millones en 2009 a US$ 7,955 millones en 2021), ha habido modernización y mejoras en el empleo formal en el campo.
Sin embargo, ese desarrollo también ha hecho vulnerable al sector ante la inestabilidad política que padece el país. Ya se vio, durante diciembre del 2020, en las protestas en zonas agrícolas que incluyeron bloqueos de carreteras y amenazas a trabajadores y empresas (fundos, transportistas, procesadoras y empacadoras), en lo que habría sido un intento de desestabilizar al Gobierno de Francisco Sagasti. El mismo patrón se observó en diciembre pasado –bloqueos más amenazas– y en la primera semana de enero.
Las pérdidas estimadas por la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP), por las interrupciones del mes pasado, suman US$ 150 millones en envíos, pues la producción se estropeó en las carreteras –particularmente en los departamentos de Ica y Arequipa – o no pudo cosecharse ni mucho menos procesarse, porque los trabajadores tuvieron que acatar los paros. Las pérdidas incurridas en lo que va del 2023 podrían alcanzar un monto similar, aunque habría que agregar una larga lista de daños adicionales, directos e indirectos.
Por ejemplo, las empresas tendrán que endeudarse para llegar a cumplir sus obligaciones con trabajadores y proveedores, así como para planificar sus próximas campañas de siembra y cosecha. También tendrán que reprogramar deudas que ya tenían contraídas. A la escasez de liquidez se suma el riesgo de perder clientela en el exterior. En general, las agroexportadoras envían su producción a cadenas de supermercados y, tratándose de cultivos premium como los peruanos, a comercios especializados. Si no cumplen con los embarques estipulados en los contratos, como ha ocurrido en diciembre y enero, están sujetas a penalidades.
Y si se reduce el volumen que exportarán en las siguientes campañas, también caerá el número de trabajadores que necesitarán. Con ese panorama, es poco probable que haya inversiones significativas. Aunque la situación se ha calmado en las zonas agroexportadoras –nadie sabe por cuánto tiempo–, las pérdidas causadas por la convulsión serán cuantiosas.