'Arranca Perú'
'Arranca Perú'

Al parecer, en el Gobierno creen que es suficiente con anunciar programas ambiciosos y millonarios, y todo se iniciará con prontitud y avanzará conforme a lo planificado. Esa especie de “pensamiento mágico” –basado en la adopción de supuestos ilógicos– ha estado muy presente desde que se concibieron las primeras acciones ante la crisis sanitaria y económica. Y los programas de estímulo no se han salvado: Arranca Perú, Myperú y los FAE se han implementado con meses de retraso.

Quizás este desfase entre lo prometido y la realidad tenga mayores consecuencias económicas en el caso de la inversión pública, considerando su efecto multiplicador en la generación de empleo y la dinamización de sectores como construcción e industrias vinculadas, entre otros. Y en plena pandemia, no ha estado cumpliendo su papel de apuntalar la economía, sino todo lo contrario, pues ha estado lastrando la recuperación. Ese habría sido un motivo para la drástica revisión a la baja que el BCR hizo de su proyección de reducción de la inversión pública para este año: de 8.5% a 19%. Para el MEF, la contracción será de 15.5%.

En julio, cuando la construcción ya había reabierto en la mayor parte del país, el avance físico de obras –componente estatal del sector– se desplomó 45.7%, según el INEI, y en agosto, la baja no se atenuó mucho (38.16%). En ambos meses, el mal desempeño alcanzó a los tres niveles de Gobierno (nacional, regional y local). Esa tendencia habría cambiado en setiembre, según el MEF, ya que la inversión pública solo se contrajo 3.3% y de los tres niveles de Gobierno, únicamente el local mostró un retroceso.

Sin embargo, hay que anotar que mientras el MEF reporta los montos transferidos a las unidades ejecutoras –que como hemos señalado, no se destinan de inmediato a obras–, el INEI informa de lo que se ha estado gastando en compra de materiales de construcción, pago a obreros e ingenieros, alquiler de maquinaria, etcétera. Un ejemplo de esa diferencia ocurrió en agosto: lo transferido a gobiernos regionales aumentó 8.3%, pero lo realmente ejecutado se redujo 5.26%. Así que habrá que esperar al avance coyuntural del INEI de setiembre para saber si la inversión pública dejó de caer en más de dos dígitos.

Esta pésima ejecución de la inversión pública no es de ahora, pero considerando que hoy se necesita que sea uno de los motores de la reactivación, se tendría que abordar el problema y buscar soluciones. Lamentablemente, no se sale del discurso optimista y nadie parece hacerse responsable.