Foto: AFP
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CAMINO ERRADO. El jueves pasado, el presidente Vizcarra señaló que se pedirían facultades legislativas al Congreso para legislar en materia tributaria con la creación de un impuesto solidario. “Hay peruanos que pueden apoyar al resto de sus connacionales”, dijo ese día el mandatario, y la ministra de Economía añadió que el tributo cumpliría los estándares de “racionalidad de los impuestos y basados en el principio de solidaridad”.

Desde el anuncio, la medida ha generado incertidumbre pues el Gobierno puede optar por varias figuras diferentes de financiamiento si lo que se requiere es generar mayor caja en el Estado para cumplir con las obligaciones suscitadas por el Covid - 19.

Lo peor se dio el domingo, cuando consultado al respecto el mandatario reconoció que lo único que tienen claro es que “para salir de esta crisis se requiere el valor de la solidaridad”, pero que respecto al impuesto planteado “aún lo vamos a ver y estudiar”.

¿Es responsable hablar de un impuesto cuando no se tiene claro lo que se desea hacer? El premier Vicente Zeballos había afirmado que no se pensaba en un impuesto a la riqueza sino a los que más ingresos perciben. Sin embargo, Vizcarra no lo descartó. Es más, afirmó que se está pensando en “un tributo o impuesto a los que ganen una cantidad elevada mensualmente o a la riqueza que algunos grupos empresariales han tenido a lo largo de su desempeño económico por años”.

Es verdad que para legislar se requiere que el Parlamento les delegue facultades, pero lo menos que se puede esperar es que tengan claro el planteamiento antes de solicitarlas.

La ministra de Economía solo se ha dedicado a repetir que se van a manejar con mucha responsabilidad y que están “evaluando algunas alternativas” con criterios de equidad, eficiencia y oportunidad. Y nada más.

Vizcarra señala que el Estado está siendo solidario, pues está entregando ayuda a las personas y a las empresas. Pero olvida que esa solidaridad está directamente relacionada con los recursos del Tesoro público, que provienen mayoritariamente del pago de impuestos, tanto de empresas como de personas naturales. Gracias al aporte del sector formal, que cumple con el pago de sus tributos, es que el país cuenta con los fondos suficientes para cubrir esos gastos, por lo que las empresas y los contribuyentes ya son solidarios.

En momentos en que los peruanos formales, aquellos que pagan impuestos, temen por la permanencia de sus puestos de trabajo y donde las empresas buscan la manera de sobrevivir resulta descabellado soltar una idea sin poder dar respuestas claras y concretas sobre cómo se llevará a la práctica. La ministra de Economía tiene la palabra.

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