SOLUCIONES. El desabastecimiento de gas licuado de petróleo (GLP) es un problema de nunca acabar, a pesar de que existen soluciones que pondrían fin a los inconvenientes –o por lo menos los atenuarían– pero que ni el Ministerio de Energía y Minas (Minem), ni el organismo regulador (Osinergmin) ni tampoco el sector privado han mostrado disposición para implementar. El 75% del GLP que se consume en Lima y otras ciudades del país es producido en una planta en Pisco por Pluspetrol, miembro del Consorcio Camisea, y luego es transportado en buques cisterna hasta el Callao.
Si hay oleajes anómalos, como ocurrió a mediados de este mes, no se puede descargar el GLP en los almacenes instalados en el puerto chalaco y comienza la escasez, acompañada de alzas del precio, largas colas de autos en los grifos, hogares que no pueden cocinar sus alimentos y actividades económicas perjudicadas (restaurantes, hoteles, lavanderías, industria avícola, etcétera). Y no es únicamente la capital, ya que esta semana se sumó Arequipa.
Cada vez que el mar se encabrita –este año ya ha ocurrido en cuatro ocasiones, nada menos–, se recuerda que existía un proyecto para construir un poliducto desde Pisco hasta Lurín, y que hubo una reglamentación para que las empresas que poseen almacenes de GLP incrementasen su capacidad a fin de garantizar un stock mínimo para 15 días.
La construcción del poliducto llegó a ser adjudicada en el 2008 por el Minem, pero Pluspetrol se opuso, argumentando que esa modalidad sería más cara que la vía marítima. La empresa era la que vendería el GLP a la operadora del poliducto. Es decir, determinaría el precio. El proyecto quedó en nada y ya no forma parte de los planes oficiales de promoción de inversión, como lo constata su ausencia en el Plan de Infraestructura elaborado en el 2019 por el MEF. Con respecto a la capacidad de almacenaje, sería aproximadamente la misma desde el 2005 (hace 17 años), lo que significaría que las reservas cubrirían menos de 15 días.
El desabastecimiento recurrente de GLP, consecuencia de un esquema de negocio mal diseñado y un marco regulatorio ineficaz, continuará, pues nadie está interesado en solucionarlo. Más allá de ofrecimientos que solo son saludos a la bandera –el Ejecutivo ha incluido el tema en un proyecto de ley que ha presentado al Congreso–, no hay nada concreto para modernizar la distribución de GLP y que no dependa del estado del mar. ¿Se animará el MEF a incluirlo en el nuevo plan de infraestructura que ha anunciado?