Editorial de Gestión. Desde el Gobierno se requiere que  las carteras responsables miren más allá del momento actual. (Fotos: GEC)
Editorial de Gestión. Desde el Gobierno se requiere que las carteras responsables miren más allá del momento actual. (Fotos: GEC)

CONVULSIÓN SOCIAL. Luego de 92 días del aislamiento social obligatorio es imposible que el accionar del Ejecutivo esté centrado únicamente en el tema de salud. El reinicio de actividades económicas, ya sea del sector formal o del informal, trae consigo también la “reactivación” de la convulsión social que estará asociada ahora a algunos síntomas que ya existen y otros que se han generado por la pandemia.

El primer síntoma es el comercio ambulatorio, una actividad que si bien en los últimos años se redujo, vuelve a renacer sobre todo en las principales ciudades del país, como Lima, a consecuencia de la pérdida de empleos, formales e informales.

Este hecho refleja a su vez un incremento de la informalidad que será más visible en las calles. Antes había empresas formales con planilla informal, hoy habrá empresas informales con trabajadores informales vendiendo en la calle.

El segundo síntoma es la delincuencia. Durante algunas semanas se sintió una disminución debido a que se respetó ,en mayor medida, la cuarentena pero no como resultado de alguna política específica. Por ello, volverá, incluso con más fuerza, debido a los problemas económicos de la población. La inseguridad ciudadana ya era un fuerte problema en la etapa precovid por falta de eficacia de la política del Estado. Sin cambios importantes a la vista, podría llegar a niveles críticos en la etapa actual.

El tercer síntoma son las protestas que se incrementan en el interior del país y que ya no solo responden a problemas socioambientales, sino que ahora incluyen temas como salud y desplazamiento de ciudadanos (según el último informe de la Defensoría de Pueblo). Esto podría agravarse y los cuestionamientos y las protestas se multiplicarán si no hay políticas públicas en lo inmediato para atenuar la emergencia o programas sociales eficaces como empleos temporales.

El cuarto síntoma es el incremento de la violencia sexual y familiar, mayoritariamente contra niños y mujeres, que se agravó durante el confinamiento y, dada la salud mental de los peruanos, existe el riesgo que se acentúe, sobre todo luego de esta larga cuarentena.

Desde el Gobierno se requiere que las carteras responsables miren más allá del momento actual. El Ministerio del Interior debe buscar políticas eficaces para combatir la delincuencia y los ministerios de la Mujer y de Desarrollo Social deben dejar de lado su manejo político sobre todo en el primer caso, ser más eficientes . Un cambio de estrategia que incluso podría llevar a un cambio de ministras.

En ninguno de dichos ministerios la tarea será fácil, pues si antes de la pandemia no funcionaron, es más difícil que funcionen hoy, si se sigue haciendo lo mismo.

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