Editorial de Gestión. Una baja en la calificación también tiene efectos en los niveles de inversión privada. Foto: Violeta Ayasta /@photo.gec)
Editorial de Gestión. Una baja en la calificación también tiene efectos en los niveles de inversión privada. Foto: Violeta Ayasta /@photo.gec)

RIESGO. Pasadas las elecciones, además del escenario interno es importante cómo se ven desde el exterior las perspectivas del país. Por ejemplo, las empresas calificadoras que evalúan el riesgo crediticio de la deuda soberana emitida por los países (incluidas empresas e instituciones) y cuyos ratings sirven de referencia: a mayor riesgo, menor probabilidad de que coloquen su deuda a buenos precios.

La agencia calificadora de riesgo Fitch Ratings ha incluido al Perú en la lista de países cuya situación definirá el próximo año al estar hoy con “perspectiva negativa”. Sin embargo, si bien en la mayoría de países la inclusión en la lista se debe al deterioro de sus perspectivas económicas y financieras, en el caso del Perú se han tomado en cuenta otros factores como las tensiones entre Ejecutivo y Legislativo, y la inestabilidad y la falta de previsibilidad políticas, entre otros. Eso significa que Fitch no colocó a nuestro país en esa lista por los efectos económicos de la pandemia –el manejo macroeconómico prudente no fue dejado de lado el año pasado–, sino por el caos político y quizás por ello podría no esperar hasta el 2022 para decidir si nos reduce la calificación.

Por su parte, Moody’s también había indicado que revisaría la calificación del Perú, pero los resultados electores han generado que estén preparándose para adelantar su apreciación, la cual podría darse a conocer incluso antes de la segunda vuelta. Ello debido a que Pedro Castillo, el candidato de Perú Libre, les representa una incógnita debido a que su plan de gobierno no es claro y las ideas de su mensaje son desordenadas.

Para Moody’s tampoco ayuda que la conformación del próximo Congreso esté casi igual de fragmentado que el actual y que augura un panorama similar al vivido en los últimos años, inhibiendo la gobernabilidad, la actividad económica y la confianza empresarial.

Que se incremente el riesgo de que las agencias calificadoras vayan a bajar la calificación de Perú, que goza hoy de grado de inversión, traería varias consecuencias negativas para la economía. Primero, afecta el acceso del Estado al crédito internacional y eleva su costo, pero no solo eso, sino que, como parte de la deuda pública es a tasas de interés variable, eleva también el monto de intereses a pagar cada año por la deuda, lo cual distrae recursos de presupuesto que se necesitan para otros fines como salud, educación, más aún ahora por las consecuencias de la crisis sanitaria.

Por otro lado, también dificulta y encarece el acceso al crédito internacional por parte de las empresas nacionales, lo cual tiene efecto en los niveles de inversión privada, en un contexto en el que ya viene deprimida y cuando se necesita que repunte hoy más que nunca para reactivar la economía y generar empleo.


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