(Foto: GEC)
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PLANES. Con el fin de cumplir, de alguna manera, con la obligación de cada nuevo Gabinete de presentar su plan de trabajo, el miércoles pasado el premier Vicente Zeballos planteó sus propuestas para los próximos meses.

Como era de esperarse, los anuncios no dejaron contentos a todos. En verdad, sería demasiado demandar un afán reformista –sobre todo en el tema económico– al actual Gobierno, dado que nunca tuvo la convicción de hacerlo. Un ejemplo son las marchas y contramarchas que hasta hoy mantienen respecto al proyecto de Tía María. Si bien la convicción anticorrupción se mantiene, se aplica selectivamente como quedó en evidencia en el caso del extitular del Midis o recientemente con las movidas laborales de la ministra de Salud.

Un plan de pocas acciones concretas, pero que tuvieran un hilo conductor se hubiera esperado más aún cuando el Congreso está disuelto. Sin embargo, el premier Zeballos prefirió priorizar los anuncios de impacto de corto plazo que generan aplausos, pero pueden ser no sostenibles. El alza de la remuneración mínima vital parece obedecer más a una medida política que a un plan.

La Administración Vizcarra debe tener presente que entre los indicadores con que se medirá su gestión hasta julio del 2021 será la ejecución de la inversión pública –que este año terminará por debajo de lo esperado– y la generación de empleo.

Queda claro que en materia económica se seguirán con algunas pautas dejadas por Carlos Oliva en los planes de Competitividad y de Infraestructura. Y nada más. La preocupación social por ahora es retórica, como quedó demostrado con la designación del anterior titular del Midis, que poco tenía que ver con lo que puede significar un mayor impacto en revertir algunos problemas sociales.

También el Gobierno se ocupará de las exoneraciones tributarias que venzan, muy probablemente prorrogándolas por corto plazo como ya sucedió con la Ley del Libro.

Respecto a la inversión privada, tan necesaria para apuntalar el crecimiento, los conflictos sociales marcarán la pauta, más aún cuando en el segundo semestre del 2020 el país estará inmerso ya en la campaña de las elecciones generales del 2021.

El Gobierno tiene a su favor que los fundamentos macroeconómicos y la estabilidad seguirán sosteniendo el crecimiento, pero este seguirá por debajo de su potencial. Salvo que el nuevo Gabinete sorprenda.